Nacer De Nuevo, Crecer ConstanteMuestra

Aférrate a la cruz

La salvación no se trata de obra alguna que hayamos hecho o podamos hacer, se trata de la misericordia y el amor de Dios manifiestos por medio de su Hijo Jesús, tampoco depende de tus privilegios, posesiones o bienestar aquí en la tierra, quiere decir que si te aferras a la cruz de Cristo, en cualquier situación que vivas, buena o mala, tendrás la seguridad de que eres bienaventurado(a), porque tu bienestar no estará basado en las cosas del mundo, en las cosas que se ven; estará basado en las que no se ven, las que son eternas, las que vienen del cielo.

Eres la sal que da sabor a este mundo, no te conformes con menos, pero para ser esa sal, debes mantenerte con la mirada puesta en el cielo, tu llamado es alumbrar a los que andan en oscuridad, ya no tienes por qué esconderte, no tienes nada de que avergonzarte, ya has recibido perdón y todos tus pecados fueron borrados por la sangre de tu Salvador.

Vive con la disposición de cumplir la Palabra de Dios en tu vida, porque cada mandato que allí está escrito, es una oferta de vida abundante para ti y para todo aquel que decida cumplir con la voluntad perfecta de Dios para su vida, que como lo dice en la biblia, siempre será buena, agradable y perfecta (Romanos 12:2).

Has recibido perdón y del mismo modo Dios espera que seas capaz de perdonar, no trates de tomar la justicia por tus manos, porque ninguno de nosotros es lo suficientemente justo como para juzgar y condenar a nuestro prójimo, el único con la autoridad y la integridad suficiente para ello, vino y murió en una cruz por todos nosotros a pesar de saber que no éramos dignos de recibir esa gracia; por eso es que solo su sangre preciosa, la sangre de Jesús, es a que nos hace aceptos ante el Padre, es la que nos justifica.

Vive con la certeza de que todos los que ves hoy viviendo en impiedad y contrario a la voluntad de Dios, al igual que tú, necesitan que el poder de esa sangre preciosa los alcance y que el Espíritu Santo les ayude a vivir de acuerdo con la palabra de vida que fue escrita por hombres dirigidos por Dios; con nuestros propias fuerzas, ninguno seríamos capaces de lograrlo, por eso no nos ha dejado solos, ha enviado al Espíritu Santo.