Unidos a CristoMuestra

CRISTO EN NOSOTROS

La unión con Cristo implica tanto el hecho de que nosotros estamos en Cristo, y el hecho de que Cristo está en nosotros, o, dicho de otra manera, vive en nosotros. Es mediante la fe que Cristo vive en nosotros. Por lo tanto, estar unidos a Cristo también significa que Cristo, en toda su plenitud habita en nosotros. De hecho, el poder para vivir la vida cristiana radica en este aspecto, que Cristo vive en nosotros, de lo contario sería imposible llevar una nueva vida.

Esto puede resultar llamativo ya que Cristo no habita en el corazón de todos los seres humanos como podemos llegar a pensar. Él vive en aquellos que han aceptado Su obra, Su sacrificio, y han creído en Él para su salvación; es decir, en aquellos que se han identificado con Él tanto en su muerte como en su resurrección, y por lo tanto han sido levantados para tener una nueva vida.

Cristo ha llamado a nuestra puerta, hemos oído su voz, abrimos la puerta y Él ha entrado y ahora vive en nosotros. Pero, por otro lado, hay muchas personas que todavía no ha reconocido a Jesús como su Señor y Salvador, no le han abierto la puerta de su corazón, por lo tanto, Cristo no ha entrado en sus vidas. El Padre mantiene su misericordia sobre sus vidas, y seguro seguirá golpeando sus puertas para que un día ellos estén en Su Hijo y Su Hijo en ellos.

Cristo vive en nosotros de manera real y personal; no solamente que tenemos ideas como las suyas o que concordamos con Él en ciertas cosas. Cristo vive en nosotros de tal manera que es Él a través de nuestras vidas buscando que el Padre sea glorificado.

Esta es la realidad, que estamos en el mundo. El enemigo que desea nuestra perdición y la de todos los seres humanos, hará todo lo posible para que no participemos de esta unión con Cristo. El enemigo ofrece con facilidad el pecado, lo pone tan accesible para los hombres, con el único propósito de que se mantengan en él y de esa manera tenerlos lejos de Cristo. El enemigo sabe que, si el ser humano tiene acceso a esta unión con Cristo, residirá dentro de él un poder tal, que vencerá toda su fuerza, y desarticulará todas sus artimañas.

Por la fe, y solamente por la fe, Cristo mora en nosotros y permanece en nosotros, y esto por medio de su Espíritu Santo.

Cristo en nosotros es la esperanza de gloria, no nuestra gloria; nuestras vidas glorificaran al que es Digno, al que nos ama, y nos ha comprado con su sangre, y nos ha librado de nuestros pecados, y nos ha hecho para Él, para vivir para Él.