Unidos a CristoMuestra

ELLOS EN NOSOTROS

Jesús hace una oración de intercesión por sus discípulos que estaba con Él y también por los que estarán en un futuro siguiéndolo a Él. En esa oración Jesús expresa el deseo de su corazón al Padre.

Dentro de sus peticiones se encuentra una especial, todas son especiales, pero una en particular hace referencia a lo que hemos tratado en este plan de lectura.

Te pido que todos sean uno, así como tú y yo somos uno, es decir, como tú estás en mí, Padre, y yo estoy en ti. Y que ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste (Juan 17:21 NTV).

Este es el deseo del corazón de Cristo, que estemos en Dios; que estemos en el Padre, en el Hijo, y en el Espíritu Santo. La unión con Cristo repercute en una unión con Dios, con la plenitud de Dios. Somos llevados al Padre por medio de Cristo, y somos llevados al Espíritu Santo por medio de Cristo.

Ciertamente Él es el camino. Y no solo que nos tiene en Él, sino que nos lleva a estar unidos al Padre que desde el principio pensó en nosotros y nos escogió en Cristo. Y nos une al Espíritu que trabaja en nosotros formando Su imagen y haciéndonos más y más parecidos a Él.

Si estar unidos a Cristo no es fácil de entender, imagina cuánto más el estar unidos al Padre y al Espíritu Santo. Pero que gran gozo produce ver la amplitud de esa unión perfecta.

Estamos en el Padre

Todo aquel que confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios. Y nosotros hemos llegado a conocer y hemos creído el amor que Dios tiene para nosotros. Dios es amor, y el que permanece en amor permanece en Dios y Dios permanece en él (1 Juan 4:15-16 NBLA).

El Padre en nosotros y nosotros en el Padre, porque hemos confesado que Jesús es Su Hijo que vino a darnos a conocer cuánto amor nos tenía el Padre.

Estamos en el Espíritu

Sin embargo, ustedes no están en la carne sino en el Espíritu, si en verdad el Espíritu de Dios habita en ustedes. Pero si alguien no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de Él (Romanos 8:9 NBLA).

Solo los que tienen a Cristo tienen al Espíritu Santo en ellos. Y el Espíritu no está en nadie que no tenga una unión con Cristo. El Espíritu obra, vive, en aquellos que se han unido a Cristo para hacerlos más y más parecidos a Él.

Ahora bien, la oración de Jesús no termina en este deseo. Ahora se extiende y dice: “para que el mundo crea que tú me enviaste" (Juan 17:21b).

No solo nos quiere para Él, sino que piensa en aquellos que todavía no están unidos a Él y utiliza nuestras vidas para que ellos también lo experimenten. Si el mundo llega a creer que Jesús fue enviado a morir por ellos y a salvarlos, entonces otros estarán siendo unidos a Él, y con Él al Padre y al Espíritu Santo. Es como una cadena perfecta.

El mundo va a creer cuando nos vean a nosotros vivir unidos a Cristo, siendo transformados a su imagen por el Espíritu Santo y viviendo en comunión con el Padre.

Tú estás en Cristo para que otros también puedan estar unidos a Él, y ellos lleven a otros a Cristo.

Si este plan de lectura te sirvió para estar más unido a Cristo o si a partir de aquí empezaste esa unión perfecta con Él, compártelo con quienes crees que necesitan saberlo por primera vez o quienes necesitan recordarlo.

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