Reflexiones Sobre La JusticiaMuestra

Trabajo en Wageningen, una vibrante ciudad universitaria de los Países Bajos con gente de muy diversos orígenes culturales.

Aquí, me he dado cuenta de que cuando trabajamos como pioneros en la llamada “Expresión fresca”, y cantamos, bailamos y compartimos nuestros sentimientos más profundos, creamos un vínculo especial entre nosotros. Es como si Cristo estuviera allí con nosotros, llenando nuestros corazones de calidez y consuelo.

El canto y el baile son especialmente poderosos para las madres jóvenes, que a menudo se sienten aisladas. Estas actividades tienden un puente a través de las barreras lingüísticas, permitiendo a las mujeres conectar y compartir la alegría, aunque no hablen el mismo idioma. A través de estos momentos de alegría, pueden olvidarse de la soledad de estar en un nuevo país o de las preocupaciones que conllevan las difíciles circunstancias domésticas.

Para mí, estas conexiones reflejan la presencia de Dios entre nosotros, mostrando que somos una familia bajo su cuidado. Es un atisbo del Reino de Dios en la tierra, donde todo el mundo pertenece, y su amor brilla a través de todas y cada una de las interacciones.

Desafío: Busca lo que toque tu corazón y el talento que Dios te ha dado. Esto te permitirá, como hizo Jesús, compartir el amor de Dios con los demás, aunque nuestro idioma o nuestras normas culturales difieran. A menudo, no son las palabras, sino una actitud abierta, como la que tuvo Jesús.

Oración: Dios, te pedimos que nos reúnas en la unidad. Que encontremos en ti la fuerza para hacer el bien mientras trabajamos en nuestro propio rincón del mundo. Ayúdanos a seguir el ejemplo de Jesús, siempre dispuestos a apoyar a quienes envías en nuestro camino.