Reflexiones Sobre La JusticiaMuestra

En Hechos 4:32-34, vemos una imagen de creyentes que eran uno en corazón y mente (una traducción utiliza las palabras “corazón” y “alma”).

Su participación no les había sido impuesta por los líderes de la iglesia, sino que se basaba en su unidad de corazón y alma. Se amaban, se cuidaban y compartían todo lo que tenían. El amor que fluía dentro de la comunidad cristiana se extendía a la sociedad. Tanto es así que se ganaron una asombrosa reputación de atención contracultural hacia los que no eran miembros de su fe.

Veo esta imagen en todo el mundo, en muchas expresiones de la Iglesia, donde todos se reúnen y comparten lo que tienen. Tanto si tienen mucho como poco, todos aportan lo que tienen. Esto sucede porque el amor y la gracia de Dios actúan poderosamente en todos estos lugares.

Esto es cuidarse unos a otros; hacer sacrificios personales para ayudarse mutuamente, considerando el bienestar de los hermanos y hermanas cristianos por encima de nuestro propio bienestar personal. Vivir en ese tipo de comunidad pacífica hace posible dejar de juzgar, asumir lo mejor de todos los que encontramos, y vivir sin miedo ni rechazo.

Esta forma de vivir es posible gracias al compromiso común de tener un solo corazón y una sola mente, de amar como Jesús, de compartir todo lo que tenemos, para que no haya necesitados entre nosotros.

Desafío: Piensa en quiénes son los “necesitados” de tu comunidad. ¿Qué tienes para compartir con ellos? ¿Cómo pueden sentirse incluidos? ¿Cómo podemos ser contraculturales en nuestras áreas de influencia y ministerio?

Oración: Señor, que mis ojos vean la injusticia que existe en el mundo entre los que tienen y los que no tienen. Que pueda compartir lo que tengo con los necesitados, y no sólo delegar en “la Iglesia”. Que tenga un corazón y una mente común con los creyentes y las comunidades que nos rodean para mostrar amor, gracia y misericordia a los necesitados.