Corazón Íntegro Y Entero: Un Viaje De 5 Días Explorando El Centro Esencial De La MisiónMuestra

Habiendo observado cómo Jesús maneja sabiamente los varios debates con los fariseos (Marcos 12:1–27), un maestro de la ley (escriba) se acerca a Jesús buscando su perspectiva sobre una cuestión que se debatía con vehemencia entre los rabinos del día: “¿Cuál es el primer mandamiento?” Este maestro no hace una pregunta temporal (qué mandamiento se dio primero), sino una pregunta sobre prioridad. ¿Qué mandamiento es el más importante? La respuesta de Jesús tiene que ver con la vida de corazón íntegro y entero: “Amarás a Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas” (vv. 29–30; véase Deuteronomio 6:1–9). El mandamiento más importante es el llamado a ser totalmente comprometido para con Dios, ofreciéndole un amor que involucra el 100% de lo que somos. No existen compartimentos “de Dios” en nuestra vida; este mandamiento requiere que todos los aspectos del ser humano sean dirigidos hacia un tesoro singular: amar a Dios.

Como suele hacer, Jesús le da a su interlocutor más de lo que éste había pedido o esperado. Jesús une otro mandamiento al primero, haciendo de ellos esencialmente dos lados de la misma moneda. “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (v. 31; véase Levítico 19:8). El amor por Dios desde un corazón íntegro y entero y el amor desinteresado por otros que llevan la imagen de Dios—juntos, estos forman la fundación del vivir misional y de hacernos más y más como Jesús. De este par de mandamientos que Jesús ha identificado como la inseparable prioridad número uno, él dice: “No hay otro mandamiento mayor que estos” (v. 31b).

La respuesta del escriba es muy impresionante. No solo aprueba la respuesta de Jesús, dándole el equivalente de un high five verbal, también hace esta evaluación asombrosa: “Esto es mucho más importante que las ofrendas quemadas y los sacrificios” (v. 33). Jesús responde al escriba con aprobación recíproca, observando que su entendimiento receptivo de la prioridad de estos dos mandamientos lo ha acercado al reino de Dios (v. 34).

Así que nuestro retrato de una vida de corazón íntegro y entero en busca de ser más y más como Jesús, sigue adquiriendo detalles importantes. La lealtad no dividida para con Dios y sus propósitos, el alineamiento intencional de nuestros deseos y tesoros con las prioridades de Dios—a estos agregamos un amor completo por Dios que involucra cada aspecto de nuestra existencia, emparejado con un amor genuino y desinteresado por nuestros prójimos que llevan la imagen de Dios.