Perspectiva De La NavidadEjemplo

María y Elisabet, hermanas del alma

A los pocos días María emprendió viaje y se fue de prisa a un pueblo en la región montañosa de Judea. Al llegar, entró en casa de Zacarías y saludó a Elisabet. Tan pronto como Elisabet oyó el saludo de María, la criatura saltó en su vientre. Entonces Elisabet, llena del Espíritu Santo, exclamó: «¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el hijo que darás a luz! Pero ¿cómo es esto que la madre de mi Señor venga a verme?Te digo que tan pronto como llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de alegría la criatura que llevo en el vientre. ¡Dichosa tú que has creído, porque lo que el Señor te ha dicho se cumplirá!».

... María se quedó con Elisabet unos tres meses y luego regresó a su casa.

El poeta John Donne (1572-1631) escribió: «Ningún hombre es una isla en sí mismo; cada individuo es un trozo del continente, una parte del conjunto». En otras palabras, no debemos viajar solos por este mundo. Estamos hechos para la comunión. Incluso los más introvertidos necesitamos compañía de vez en cuando. Alguien que nos comprenda, con quien podamos despojarnos de toda pretensión, que sea empático y comprensivo.

Solo podemos imaginar el estado de aislamiento en el que se encontraba María. «Nadie me creerá nunca», debió haber pensado. María y Elisabet tenían unas asombrosas historias que contar con lo de sus embarazos. Imagina el vínculo entre esas dos mujeres, el consuelo y la compasión que se dieron mutuamente.

Dios proporciona su guía, a veces, a través de la vida y las palabras de otro.

Reflexión sobre la perspectiva

¿Has pasado alguna vez por una situación difícil que se haya aliviado por el simple hecho de poder hablar con alguien al respecto? No hubo juicio ni vergüenza, sino simple compasión y compañerismo. Reflexiona en lo que sentiste.

¿Hay alguien a quien Dios te está guiando, para decirle que estás a su disposición con un oído comprensivo y para ministrarle?