Un líder dispuesto a disminuir para que Cristo crezca (Juan 3:30)

Las palabras de Juan el Bautista, “Es necesario que Él crezca, y que yo disminuya” (Juan 3:30), resumen a la perfección el corazón genuino de un liderazgo de servicio. En un mundo donde el ego y la autopromoción son incentivados, Juan nos muestra que el verdadero espíritu del liderazgo y el servicio cristiano implica estar dispuestos a ceder nuestro lugar, permitir que otros florezcan y, principalmente, glorificar a Cristo por encima de todo.

Este llamado a disminuir no es sólo simbólico: implica acciones concretas en nuestra vida y ministerio. Puede significar renunciar a nuestras preferencias, darle lugar a otras personas para que desarrollen su potencial, y enfocar nuestros esfuerzos en servir a los demás antes que en obtener reconocimiento personal. El servicio y liderazgo cristianos se miden no por cuánto resaltamos nosotros, sino por cuánto logramos que Jesús y su reino resalten a través de nosotros.

En Marcos 10:43-44, Jesús enseña: “…El que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor, y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de todos”. Estas palabras de Jesús desafían nuestra tendencia natural a buscar posiciones de influencia y éxito. El verdadero servicio y liderazgo cristiano no buscan dominar ni sobresalir, sino servir a los demás con humildad y amor. Al igual que Juan el Bautista, Jesús nos llama a una vida donde lo más importante no es nuestra visibilidad o logros, sino el crecimiento del reino de Dios a través de nuestra disposición a servir con un corazón humilde.

Preguntas de reflexión

• En tu contexto actual de servicio o liderazgo, ¿qué significaría para ti disminuir?
• ¿Cómo podrías disminuir en tus relaciones con otros servidores y con aquellos a quienes sirves?
• ¿Estarías dispuesto a sacrificar tus ambiciones y éxitos personales para que otros crezcan y para que Cristo sea más visible?
• ¿Cuál aspecto de tu vida o ministerio crees que sería lo más difícil de ceder o renunciar?

Oración

Señor, enséñame a vivir como Juan el Bautista, dispuesto a disminuir para que tú crezcas en mí y a través de mí. Ayúdame a ceder mi propio deseo de reconocimiento, y en su lugar enfocarme en servir a otros, para que tu nombre sea exaltado. Que mi servicio a otros en tu nombre siempre refleje tu amor y humildad, para que Cristo sea el único protagonista. Amén.