Regresa a tu primer amorMuestra

Amor que da perdón

Alguna vez, en mis primeros meses como estudiante universitario, aún tenía la mala costumbre de copiar en algunos exámenes. Era la salida rápida para mi irresponsabilidad. No me hacía feliz pero, al menos, me libraba de algunos apuros.

Todo cambió el día que mi compañero Gilberth, un estudiante muy bueno y aplicado, me dijo: “esa no es la actitud de un broder” (“hermano”, haciendo referencia a mi fe cristiana). Eso fue un balde de agua fría para mí y me hizo sentir muy avergonzado.

Ese día, hace más de veinticinco años, cambié mi actitud. Ahora, cuando ha tocado, me he sacado una mala nota y he asumido mi responsabilidad, sin excusas. Pero nunca más copiar en un examen.

Siento que esa fue la forma de Dios de decirme: “vete y no peques más” (Juan 8:11). En lugar de una reprimenda por parte de algún profesor o autoridad universitaria, fue un compañero el que hizo un acto de Gracia y me permitió regresar a la senda antigua, al primer amor, a mi responsabilidad como hijo de Dios.

El amor de Dios es el lugar donde encontramos perdón para nuestros pecados, para nuestras faltas y desaciertos. Allí no hay un dedo señalador o un listado de faltas cometidas que aumenta día a día. Hay perdón, si, y una exhortación a no volverlo a hacer, en el entendido que seguramente fallaremos de nuevo, pero haremos todo lo que esté a nuestro alcance para ir creciendo día a día a la imagen de Cristo en nosotros.

Oración:

Señor, todos los días enfrento una lucha entre lo que debo hacer para agradarte y lo que mi naturaleza caída me empuja a hacer. Necesito tu amor perdonador porque muchas veces te fallo y no quiero hacerlo. Quiero seguirte, amarte y entregar mi vida a ti. Ayúdame a cumplir Tu voluntad y a ser de ejemplo y testimonio de integridad para quienes me rodean. En el nombre de Jesús, amén.