Este Es El Camino: Un Viaje De 30 Días a Través Del Libro De Los HechosEjemplo
Nuestra identidad olvidada
por David Blease
"Dios, que conoce el corazón, les dio testimonio dándoles el Espíritu Santo, al igual que a nosotros; y ninguna distinción hizo entre nosotros y ellos [judíos y gentiles], purificando por la fe sus corazones" -- Hechos 15:8–9 (NBLA).
El libro de los Hechos es una clave esencial para entender el fundamento de la iglesia. Ahora que estamos a la mitad de este devocional, podemos tener algunas respuestas bien informadas para contestar la pregunta: ¿qué es exactamente "la iglesia"? Las respuestas comunes que podríamos incluir son "el cuerpo de Cristo", "la novia de Cristo" o "la asamblea del pueblo de Dios". Todas estas son correctas, pero un aspecto esencial que a menudo se pasa por alto es la identidad bíblica de judíos y gentiles por medio de Jesús, que es central para la iglesia en el libro de los Hechos y la iglesia de hoy.
Para comprender esto plenamente, debemos examinar el contexto bíblico desde Génesis hasta Hechos 15. En el Antiguo Testamento, Dios se identifica principalmente como "el Dios de Abraham, Isaac y Jacob" (Éxodo 3:15 NVI) o "el Dios de Israel" (Isaías 45:3 NVI). Él hizo un pacto con una familia específica: Israel. Para ser parte de este pacto, tenías que nacer en el pacto de Israel o convertirte a él siguiendo la Torá, incluyendo algunas prácticas como la circuncisión y las restricciones dietéticas. Aunque algunos gentiles se convirtieron a este pacto, entre ellos Rahab y Rut, estos casos fueron poco usuales.
A muchos cristianos modernos les puede resultar difícil entender esta exclusividad, pero el plan de Dios siempre incluyó ampliar su familia para incluir a todas las familias, como se le sugirió a Abraham en Génesis 12. Pero durante milenios, Dios permaneció en gran medida exclusivamente como el Dios de Israel.
Hoy en día, damos por sentado que cualquiera puede ser adoptado en la familia de Dios a través de la fe en Jesús, pero este fue un concepto revolucionario para los seguidores judíos de Jesús del primer siglo. Incluso Pedro luchó con esta idea cuando vio a los gentiles ser llenos del Espíritu Santo en Hechos 10 sin haberse convertido al judaísmo.
Para entender la confusión de Pedro, considera su visión del mundo. Durante miles de años, Dios fue el Dios exclusivo de Israel, mientras que otras naciones adoraban a dioses paganos. De vez en cuando, un gentil reconocía al Dios de Israel, pero esto no lo convertía en parte de la familia del pacto de Dios. A lo mucho, a estos individuos se les llamaba "temerosos de Dios", personas que respetaban al Dios de Israel sin convertirse completamente (como Naamán en 2 Reyes 5).
En Hechos 10, todo cambió. Dios derramó su Espíritu Santo sobre los gentiles sin exigirles primero que se convirtieran al judaísmo. ¡Esto fue escandaloso para Pedro y los primeros creyentes judíos! Hablar en lenguas no era algo carismático, era algo judío. Así que cuando los gentiles recibieron el don de hablar en lenguas, fue una clara señal de que Dios los estaba aceptando tal como eran: no se requería ninguna conversión al judaísmo. Más tarde, Pedro enfatizó esto en el versículo de hoy, admitiendo que no había estado preparado para tal revelación porque iba en contra de todo lo que había entendido sobre ser el pueblo escogido de Dios.
Este tema alcanzó un punto de ebullición en el Concilio de Jerusalén, donde algunos creyentes judíos insistieron en que los gentiles debían ser circuncidados y obedecer la Torá. La pregunta central era sencilla: "¿Tienen los gentiles que convertirse en judíos para unirse a la familia de Dios?" La respuesta fue un rotundo "¡No!" Los gentiles, a través de su fe en Jesús, fueron adoptados en la familia de Dios sin tener que adoptar una identidad judía. Más tarde, Pablo enfatiza que los gentiles son adoptados en la familia de Dios solo por la fe (lee Gálatas 4).
La decisión del Concilio causó una gran celebración entre los gentiles. (Si yo estuviera vivo durante ese tiempo y escuchara que no tengo que ser circuncidado como adulto, ¡también lo celebraría!)
Así como los gentiles no tenían que convertirse en judíos para ser parte de la familia de Dios, también está críticamente implícito en Hechos 15 que los judíos no tenían que dejar de ser judíos para seguir verdaderamente a Jesús. Esto ha sido malinterpretado durante siglos, lo que ha llevado a los cristianos gentiles a lo largo de la historia a obligar a los judíos a renunciar a sus identidades judías para seguir a Jesús. Pero la iglesia primitiva, el primer grupo de cristianos, era completamente judía, incluyendo al mismo Jesús.
Judío y gentil son identidades distintas, como hombre y mujer. Cuando Dios une al hombre y a la mujer en un pacto, la Biblia dice que se convierten en uno (lee Génesis 2:24). Ese pacto se llama "matrimonio". Nadie discute que "llegar a ser uno" en el sentido del matrimonio borra las identidades masculina y femenina. Los individuos en el matrimonio siguen siendo hombre y mujer, pero caminan juntos en pacto y están unificados. De la misma manera, Dios une a judíos y gentiles en un pacto a través de Jesús, y se convierten en uno (lee Efesios 2:14).
Sin embargo, la gente aquí argumenta que "convertirse en uno" significa borrar a los judíos y gentiles por una nueva identidad llamada "cristiano". Muchos citan Gálatas 3:28, que nos dice que ya no hay judío ni gentil en Cristo Jesús, pero también dice que ya no hay hombre ni mujer en Cristo Jesús. ¿Acaso nos está diciendo la Biblia que cuando somos salvos, ya no tenemos una identidad de género? ¿O nos está diciendo que Dios no está borrando una distinción, sino que está derribando una barrera?
Todavía hay judíos y gentiles, todavía hay hombres y mujeres, pero a través de Jesús, ya no hay parcialidad y todos tienen acceso a Dios. Esta verdad es esencial para la iglesia de hoy. Cuando perdemos de vista las identidades únicas que Dios nos ha dado, ya sea hombre y mujer o judío y gentil, la iglesia sufre. Solo reclamando y honrando estas distinciones podemos caminar plenamente en el llamado de Dios para nosotros, unidos bajo Jesús pero únicos en nuestras identidades. La iglesia está destinada a reflejar esta hermosa asociación entre judíos y gentiles, así como el matrimonio refleja la asociación entre el hombre y la mujer. En ambos casos, la unidad no borra la identidad; la realza, haciendo de la iglesia una expresión más plena de la diversa familia de Dios.
Esto me recuerda que en Efesios 5, la Biblia les dice a los esposos que amen a sus esposas y que las esposas honren a sus esposos. Observa cómo su enfoque se centra el uno en el otro, no en ellos mismos. Me pregunto cómo sería la iglesia si nosotros, como gentiles, nos tomáramos un momento para orar por Israel y el pueblo judío como nuestros hermanos y hermanas, como nuestros compañeros del pacto (lee Salmo 122:6–9). Cuando celebramos nuestras identidades dadas por Dios, ya sean judías o gentiles, hombres o mujeres, celebramos el fundamento de la iglesia en su sentido más verdadero.
Oración
Padre, gracias por crearnos con identidades únicas. Ayúdanos a entender plenamente a la iglesia como un cuerpo unido de judíos y gentiles a través de la fe en Jesús. Oramos una bendición sobre el pueblo judío y la paz sobre Jerusalén. Que tu Espíritu nos guíe a medida que nosotros, la iglesia, aprendemos a caminar juntos en unidad, reflejando tu amor y propósito al mundo. En el nombre de Jesús, amén.
Activación
- Para una inmersión extensa en esta área de estudio, lee el artículo del Dr. David Rudolf, director del programa de Estudios Judíos Mesiánicos en The King's University, en centerforisrael.com/papers/one-law-theology.
- Ora por Israel todos los días. No necesita ser compleja, pero la oración diaria por Israel es poderosa. También es un recordatorio constante de que debemos preocuparnos y orar por el pueblo judío.
- Ora durante las festividades judías todo el año (Rosh Hashaná, Yom Kipur, Pésaj o Pascua, etc.). Estos son días específicos en los que el pueblo judío se presenta ante el Señor, y son excelentes recordatorios para orar que el amor de Dios llene sus corazones.
Para profundizar
Hechos 15; Romanos 8:15; Romanos 11:11–26; Efesios 2:6; Efesios 3:2–6
Espíritu Santo, ¿qué me dices hoy?
Acerca de este Plan
Este poderoso devocional da vida al libro de los Hechos para los creyentes de hoy. Descubrirás cómo a través del poder del Espíritu Santo, los primeros cristianos revolucionaron su mundo y cómo tú puedes hacer lo mismo. Escrito por 30 voces diferentes que comparten revelación fresca e historias personales, te inspirará y te empoderará para impactar tu mundo, a caminar con valentía, sabiduría y autoridad sobrenatural.
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Nos gustaría agradecer a Gateway Church por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: gatewaypeople.com