Corazón de NiñoMuestra
Día 2. Visión de niño
Recientemente vino de visita a mi casa un sobrinito de 2 años de edad; él vive lejos de donde vivo, aproximadamente hora y media de camino; vive en un pequeño poblado lejos de la ciudad.
Llego en un momento de mi vida donde he sentido la frialdad del trato de personas que consideraba cercanas, a quienes les había ayudado en un momento de sus vidas, en todo lo que estuvo a mi alcance, pero no recibí nada a cambio, al contrario, pude ver sus espaldas en el momento que se fueron sin decir siquiera un “gracias” o un “adiós”, y pude entender que Dios nos demuestra su amor real, palpable, y usa a quien quiera para hacerme sentir: YO ESTOY CONTIGO Y TE AMO, y en mi caso fue a través de este hermoso niño.
Compartí con mi sobrino desde que lo trajeron, lo llevé a un mall, le compré ropa, lo llevé a parques infantiles; veía su cara de felicidad y me llamaba a cada rato para que lo viera jugar o descubrir algo nuevo para él. Ese llamado lo tengo en mi mente y corazón: “Tío Jann, tío Jann”. Luego de esos días de jugar y compartir con él, aprendí a reducirme a su tamaño, bajar a su nivel y entender como el ve la vida, observar su visión, aprendiendo mientras estábamos en una tienda que en mi tamaño de visión, yo podía ver toda la tienda, ubicarme e ir donde necesitaba, pero el bebe que tenía tomado de la mano solo veía lo que estaba en su rango de visión, por lo que todo lo que estaba en ese rango le llamaba la atención; mientras yo quería solo ir directo por un par de zapatos para medírselos, él quería que yo viera todo lo que le daba curiosidad, entonces me detuve de ir directo a donde debía ir, que era la sección de calzados, y me puse a prestarle atención a la visión del bebe, yendo a su ritmo, compartiendo su descubrimiento, ver su cara, tratar de entenderlo y dándole su tiempo compartiendo con él su emoción, ya que era la primera vez que visitaba una ciudad recorriendo tiendas y parques.
Esta experiencia me permitió entender cómo somos nosotros delante de Dios. Somos como ese niño, tenemos una visión de vida según nuestras experiencias, según lo que vemos en nuestro rango de visión, según lo que nos ha tocado vivir, según nuestro tamaño, pero la diferencia de este niño es que pensamos que podemos ir solos y en nuestra visión pensar que podemos llegar al destino, pero solo vemos lo que está a nuestro alcance, no entendemos que Dios ya ha visto todo el panorama y sabe dónde quiere llevarnos. Mi sobrino tenía temor de que me alejara, por eso me tomaba la mano y me decía que mirara lo que él estaba viendo y descubriendo. Allí me bajaba a su nivel, explicándole el sentido de lo que le había llamado la atención, sin desestimarlo, pensando que quizás no me entendería. Así es Dios con nosotros: cuando le tomamos la mano y nos detenemos para descubrir algo, Dios es su gran amor; se agacha y nos enseña como un Padre amoroso, se detiene con nosotros, nos da su atención, nos explica muchas veces cómo funciona lo que nos llama la atención, pero si nos soltamos de su mano, corremos el riesgo de perdernos o hacernos daño.
Su palabra nos alienta a ser como niños, tener una visión de niño, entender que somos limitados, que solo creceremos si dejamos que Dios nos enseñe. Aunque podemos crecer de tamaño, nuestra mente debe entender que Dios siempre tendrá una visión total de nuestras vidas; lo que no vemos, Él sí lo ve, lo que no entendemos, Él sí lo sabe, lo que queremos aprender, Él nos lo enseña, si lo queremos tomar de la mano, Él nunca nos soltará.
¿Qué visión tienes? ¿Piensas que eres lo suficientemente grande e independiente que no necesitas de nadie? ¿Piensas que tu campo de visión es suficiente para poder dirigirte a ti mismo y creer que lo vas a lograr sin ayuda? Si el Señor nos manda a ser como niños, debemos entender que nuestra visión debe ser como la de un niño.
Acerca de este Plan
El Señor Jesús nos encomendó la tarea de ser como niños, porque de los tales es el reino de los cielos. La gran pregunta es: ¿A qué se refería exactamente nuestro Señor? Te invito a que reflexionemos juntos en este pasaje, porque para ganar el Reino de los cielos debemos ser como niños, y para ello debemos entender en qué sentido debemos hacerlo.
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Nos gustaría agradecer a Jann Luis Quintero por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: iglesiadelacruz.com