Jesús ha vencido

Si Cristo entregó Su vida para nuestra salvación, es evidente que alguien más desea nuestra muerte (espiritual).

El diablo no sólo está derrotado, sino también espiritualmente muerto, separado para siempre de Dios, y su objetivo es hacernos semejantes a él.

Podrías pensar que el pecado es su principal arma para separarnos de Dios, pero en realidad, el pecado es la consecuencia, no el medio.

Nacemos ya separados de Dios, y el diablo quiere mantener esa condición, robándonos la paz, “matando” nuestros buenos propósitos y destruyendo nuestras expectativas. En otras palabras, nos impide entrar por la Puerta de las ovejas gobernada por Cristo, haciéndonos creer que más allá de ella no encontraremos más que muerte, impidiéndonos así encontrar la presencia de Dios y disfrutar de Su consuelo.

Pero Jesús ha diseñado una historia diferente para nosotros, y lo ha hecho con todo el corazón. Él vino para darnos mucho más de lo que el diablo nos ha robado, vino a reconstruir, reedificar y restaurar.

Vino a darnos una vida abundante.