Una fe irresistibleMuestra

Día 1 – La melodía que no puedes dejar de escuchar

Reflexión:
Jesús dejó un mandato claro: “Vayan y hagan discípulos de todas las naciones” (Mateo 28:19). Pero sus primeros seguidores se quedaron en Jerusalén. ¿Por qué? Porque la fuerza de gravedad de la iglesia siempre tira hacia adentro: cuidar a los propios, hacer lo que es cómodo, proteger la tradición.

Y aquí entra la advertencia de Pedro: “Estén siempre preparados para dar razón de su esperanza… pero háganlo con humildad y respeto” (1 Pedro 3:15–16). La verdadera fe no se mide con cuánto gritas tus convicciones, ni en cuántas batallas “ganas” en debates o redes sociales. Se mide en la melodía que transmites: ¿suena a miedo, orgullo o ataque… o suena a Jesús?

Imagina escuchar una obra maestra, pero interpretada de forma pésima. La partitura es la correcta, pero la ejecución arruina la música. Así luce nuestra fe cuando respondemos con catastrofismo, con enojo o con desprecio.

Jesús ya escribió la mejor melodía: amar a los enemigos, bendecir a los que persiguen, entregar la vida. Lo único que nos toca es interpretarla con fidelidad.

Aplicación:
Hoy piensa: ¿cómo estás “tocando” la melodía de Jesús en tus conversaciones, tus redes, tu manera de responder al que no cree como tú? ¿Transmites gran confianza en Cristo… y al mismo tiempo humildad?

Oración:
Jesús, gracias porque tu vida es la mejor melodía que el mundo ha escuchado. Dame la valentía de defenderte con firmeza, y la humildad de perder bien cuando sea necesario. Que mi vida suene a ti: amor, gracia y verdad. Amén.