Una fe irresistibleMuestra

Día 3 – Cuando la iglesia olvida la puerta abierta

Reflexión:
Jesús siempre tenía cerca a gente que no encajaba en la iglesia de su tiempo. Lucas dice que los cobradores de impuestos y los pecadores “se acercaban a escucharlo” (Lucas 15:1). Eso era escandaloso. Para los fariseos, Jesús parecía muy “blando” porque dejaba la puerta abierta.

Hoy, muchas iglesias enfrentan el mismo dilema. La “gravedad interna” nos empuja a pensar solo en los que ya están dentro: programas para nosotros, lenguaje que solo entendemos nosotros, música que solo disfrutan los de casa. Y mientras tanto, la puerta para los que están lejos se va cerrando poco a poco.

Pero la carta a los Hebreos nos recuerda: “No se olviden de practicar la hospitalidad, pues gracias a ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles” (Hebreos 13:2). La hospitalidad bíblica no es solo poner café y galletas; es crear un espacio donde el que llega por primera vez sienta: este lugar también es para mí.

La iglesia no fue hecha para ser un club privado, sino un hogar con la puerta abierta. Y si eso incomoda a los que ya estaban adentro… quizá es señal de que estamos más cerca de Jesús que nunca.

Aplicación:
Piensa: si un amigo escéptico entrara contigo a la iglesia el próximo domingo, ¿se sentiría bienvenido o fuera de lugar? Esta semana, da un paso concreto de hospitalidad: invita, recibe, escucha o simplemente haz sentir en casa a alguien que no suele estarlo.

Oración:
Padre celestial, no dejes que mi fe se convierta en un club exclusivo. Hazme sensible a los que están lejos, curioso por sus historias y abierto para recibirlos. Que mi vida y mi comunidad sean una puerta abierta hacia ti. En el nombre de Jesús, amén.