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Aprendiendo a PerdonarMuestra

Aprendiendo a Perdonar

DÍA 2 DE 5

Hay un pasaje que se encuentra en el libro de Levítico que me encanta, en el capítulo 14 de este libro encontramos las instrucciones que Dios da a Moisés sobre lo que se debía llevar a cabo para la purificación de enfermedades cutáneas como la lepra así como la purificación de casas que habían sido contaminadas por una especie de hongo o moho.

Como analogía espiritual, la lepra se ha simbolizado o representado como el pecado.

Por lo que es interesante obtener una aplicación para nuestra vida de este pasaje.

Con respecto a las casas… las personas no podían habitar en casas contaminadas, resultaba perjudicial para alguien el respirar el hongo o moho, por lo que, cuando una especie de mancha aparecía en las paredes de su casa, la persona debía ir con el sacerdote y hacerle saber lo que había ocurrido. El sacerdote iba a la casa y la examinaba.

Cuando sucedía esto en una casa, esta debía ser desalojada, examinada e incluso clausurada. Después de un tiempo, la casa volvía a ser examinada por el sacerdote para ver si el moho había desaparecido. Como vemos, todo era un proceso, no ocurría de la noche a la mañana.

Cuando sucedía que el moho se había extendido después de un tiempo de haber sido examinada, las piedras mohosas tenían que ser retiradas, se raspaba todo el interior de la casa y se resanaba.

Había una constante examinación, un proceso detallado de limpieza, purificación y restauración.

La falta de perdón es como la lepra, llega a convertirse en amargura que contamina a todos.

De hecho, encontramos que la Biblia describe la amargura como una raíz que contamina.

Tal como el hongo o moho contaminaba la casa y resultaba perjudicial para la salud de quienes la habitaban, la falta de perdón como pecado también lo hace en nosotros.

Por lo que es necesario exponernos ante Dios, correr a Él en oración y pedirle que examine nuestros corazones.

El sacerdote no retiraba las piedras contaminadas, él mandaba que fueran retiradas y es que a nosotros es a quienes nos corresponde quitar todo el enojo, el odio, el resentimiento, la amargura y el rencor que nos contamina a fin de que seamos resanados.

Antes de comenzar con nuestro estudio de la carta en la que nos enfocaremos, tómate un tiempo para hablar con Dios en oración.

Pídele que, a lo largo de este plan, Él te examine, examine tu corazón y te muestre si hay alguna falta de perdón hacia alguien.

Pídele que te revele la raíz de tus emociones. ¿Hay enojo, amargura, ira y odio en tu corazón hacia alguien?

  • Pregúntale a Dios, ¿a quién debo perdonar? Tal vez Dios ponga el nombre de la persona en tu mente o te lo muestre a lo largo de la semana.
  • Escucha lo que tu boca habla, pues lo que de ella sale muestra que es lo que hay en tu corazón. Si has hablado mal de alguna persona o dicho algún chisme, burla o menosprecio, considera esto como un síntoma de falta de perdón.

Acerca de este Plan

Aprendiendo a Perdonar

¿Cómo perdonar a quién me ofendió dentro o fuera de la iglesia?, ¿La reconciliación es posible?, ¿Podré sanar y olvidar la ofensa? Cuando perdonar se convierte en una decisión difícil, tanto que llegamos a considerar que jamás podremos sanar ni olvidar la ofensa, es necesario volver al evangelio. Volver a… ¡Las buenas noticias de salvación, reconciliación y perdón en Cristo! ¡Cuentas saldadas, corazón feliz!

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Nos gustaría agradecer a Fátima Meza por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: linktr.ee/soyfatimaa