Cuando El Hombre Teme, Dios Habla.Muestra

Señor, temo al futuro.

Al salir de Ur de los Caldeos, Abraham escuchó y obedeció el mandato de Dios sin ninguna garantía de recibir la tierra o la descendencia prometida, excepto las palabras de Dios (Génesis 12:1-3). Muchas veces creemos que la fe de Abraham fue inquebrantable, y como evidencia vemos que en Génesis 14:18-21, Abraham declara, ante un rey pagano, que el Señor es el Dios Altísimo, el Creador del cielo y de la tierra.

Sin embargo, al observar el texto con atención, esta afirmación parece ser solo una repetición superficial de las palabras de Melquisedec, el sacerdote de Dios, con quien se había encontrado poco antes. Aunque Abraham tenía información acerca de Dios, su corazón no creía plenamente.

Después de hablar con un sacerdote y con un rey pagano, Abraham tiene una conversación con Dios y, asombrosamente, el primero que habla no es Abraham sino Creador de los cielos y de la tierra:

“No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande” (Génesis 15:1, RVR1960).

Estas dulces palabras no se refieren inmediatamente a la promesa esperada, sino que le recuerdan a Abraham quién es el dador de la promesa y destacan cuatro cualidades importantes de su carácter:

1. Dios es quien toma la iniciativa y se acerca a su siervo con dulzura y paciencia. Como el Buen Pastor que busca a la oveja temerosa y perdida.
2. Dios sabía de antemano el temor en el corazón de Abraham sin necesidad de que el hombre hablara. Tal y como dice Jeremías 17:10, Dios es quien indaga en el corazón del hombre.
3. Dios es la protección y la bendición más grande de Abraham, aquella que va más allá de una descendencia y un lugar terrenal.
4. Finalmente, Dios es paciente. Cuando Abraham dijo: "Mi Señor y Dios, ¿de qué me sirve que me des algo, si aún sigo sin tener hijos y el heredero de mis bienes será Eliezer de Damasco? Como no me has dado ningún hijo, mi herencia la recibirá uno de mis criados"(Génesis 15:2-3 NVI)”.

Dios pudo haberlo fulminado con un rayo y haberle dicho: “¡Ya te lo dije DOS VECES! ¡Ya te lo prometí! (Génesis 12:2; 13:14-17) ¿Por qué no me crees?" Sin embargo, Dios muestra su compasión y le repite por tercera vez su plan, esta vez hablando específicamente de su miedo, sin metáforas ni parábolas. Antes de hablar de nuestros miedos, Dios habla de sí mismo.

“ Ese hombre no ha de ser tu heredero —contestó el Señor—. Tu heredero será tu propio hijo." (Génesis 15:4, NVI).

En este punto podríamos decir “Listo, Abraham lo ha entendido y creyó”. Pero no. Dios va un paso más allá y lo saca afuera para que cada vez que el temor tocara su puerta, Abraham tuviera una imagen visible de la fiel promesa en las estrellas, un ancla para su fe (Génesis 15:5-6). En ese momento, dice la Escritura que Abraham le creyó a Dios.

Oración

Padre, tú conoces todos mis temores antes de que lleguen a mi boca. Tú conoces todas las creencias que los alimentan, y debo confesarlas delante de ti. Creo que no estás en control del futuro, pero tu Palabra confronta esta creencia y arranca el miedo de raíz al recordarme que eres un Dios lleno de misericordia, que tomas la iniciativa cuando, en mi incredulidad, olvido que Tú eres soberano.

Te pido que me recuerdes todos esos momentos en mi vida en los que la mano invisible de tu providencia ha guiado mi camino hacia puertos seguros. Señor, las dudas de Abraham son similares a las mías, pero Tú me muestras que mis suposiciones de escenarios sin gracia y fatalistas jamás superarán tu gracia.

Dame la profunda convicción de que estás conmigo y haz que mi alma recuerde que Tú prometes guardarme en completa paz mientras mi pensamiento persevere en Ti antes que en lo que pueda pasar.

Amén.