Cómo leer el ApocalipsisSample

Lo que sucede al sonar la quinta trompeta nos recuerda la octava plaga de Egipto (Ex 10:12-19), en la que las langostas invadieron el país. Pero, una vez más, esta plaga del Apocalipsis es diferente a la de Egipto. En Egipto la langosta consumió toda la vegetación que el granizo había dejado. En el Apocalipsis las langostas reciben instrucciones de no comer lo que normalmente comen y destruyen las langostas, es decir, la vegetación. En su lugar, han de atacar a todas las personas que no tengan «el sello de Dios en sus frentes». Esta gran plaga les recordaría que también en Egipto hubo una gran plaga que hirió de muerte a quienes no tuvieran marcadas sus puertas con la sangre de un cordero.

Aquí tenemos ecos de Joel 1:6–2:11, donde el profeta describe una plaga de langostas como si fuera la invasión de un ejército extranjero. Según Joel, «sus dientes son dientes de león, y sus muelas, muelas de león» (1:6). «Su aspecto, como aspecto de caballos, y como gente de a caballo correrán» (2:4). De manera semejante, en el Apocalipsis «el aspecto de las langostas era semejante a caballos preparados para la guerra», y «sus dientes eran como de leones». En Joel, el sonido era «como estruendo de carros» (2:5). En el Apocalipsis, «el ruido de sus alas era como muchos carros de caballos corriendo a la batalla». Pero esta invasión de langostas que Juan ve es mucho peor que la que Joel describe. Los invasores serían doscientos millones, lo cual era un número inconcebible en tiempos en que un ejército de cincuenta mil soldados se consideraba invencible.

En una descripción como esta, es muy fácil dejarnos llevar por la curiosidad o por la imaginación y tratar de descubrir exactamente qué son estos jinetes, qué es cada color, qué son los caballos con colas como serpientes, etc. Pero al hacer tal cosa perdemos el carácter poético y hasta épico de lo que Juan está diciendo, y hacemos de su mensaje una especie de rompecabezas en el cual cada pieza tiene que caer en su justo sitio, en lugar de un gran canto épico a la victoria de Dios y del Cordero.