No por nuestra habilidad, se trata de Dios Muestra
Un clamor penitente
La tercera lección que aprendemos del momento en que Jacob fue tocado por el Ángel del Señor es un clamor penitente. Jacob estaba absolutamente atrapado en sus preocupaciones del pasado, angustiado y temeroso pero, ¡gloria a Dios!, levantó la mirada y dijo: «Dios de mi padre Abraham, y Dios de mi padre Isaac». Luego, acompañó ese clamor penitente con una declaración maravillosa: «Menor soy que todas las misericordias… que has usado para con tu siervo». Fue allí, cuando Jacob comenzó a verse a sí mismo a la luz de la realidad.
¿Pensaste alguna vez de esta manera? Dios a veces permite que los temores que surgen de las aflicciones del pasado, atrapen tu alma de tal manera que caigas de rodillas viéndote a ti mismo tal como Dios te ve. Cuando lo hagas, entonces clamarás tal como lo hizo Jacob.
He descubierto en mi propia vida, que Dios puede permitir que aparezca alguna angustia para que yo pueda ver que la victoria no está en mí, sino que proviene de Él. Estas ocasiones son las que me ayudan a entender cuánto necesito a Dios, impulsándome a clamar en confesión: «Dios, no soy digno de la menor de tus misericordias».
¿Cuándo fue la última vez que hiciste esto? ¿O eres uno de esos que levanta la cabeza con orgullo y dice: «Dios, hice esto o aquello, por lo tanto, estás obligado a hacer esto o aquello por mí?». No, así no son las cosas en absoluto. ¿Sabes? Dios escoge a los débiles para hacer cosas maravillosas. Utiliza lo frágil para llevar a cabo la pelea ¡Es tan importante que llegues al punto en que clames a Dios, no con los labios, sino desde lo profundo de tu alma, diciendo: «Dios, no soy digno»!
Aunque Jacob oró pidiendo ser librado de su hermano Esaú, en realidad lo que necesitaba era ser liberado de sí mismo. La mayor liberación que experimentarás del mayor enemigo que tienes, es la de ser librado de ti mismo. Todos nosotros necesitamos pedirle a Dios: «Líbrame de mí mismo».
Jacob significa «engañador, maquinador». Era el tipo de persona que siempre tiene todo planeado para su beneficio. Arreglaba todos los detalles, a fin de que todo saliera como él quería. Planificaba hasta el más mínimo detalle; aun en procura de las bendiciones de Dios. ¡Esta no es la forma en que Dios hace las cosas! Lo que Dios quiere es un corazón que clame: «No soy digno de la menor de tus misericordias, líbrame, no sólo de Esaú, sino también de mí mismo».
Esaú, en cierto sentido, representaba a la carne. ¡Cuánto necesitamos ser diariamente librados de la carne! ¿Alguna vez has expresado este clamor penitente: «Dios, líbrame de mí mismo»?
Escrituras
Acerca de este Plan
Aunque Jacob oró pidiendo ser librado de su hermano Esaú, en realidad lo que necesitaba era ser liberado de sí mismo. La mayor liberación que experimentarás del mayor enemigo que tienes, es la de ser librado de ti mismo. En este devocional podremos meditar en lo profundo de esta verdad en nuestras vidas.
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Nos gustaría agradecer a José Jordán en colaboración con El Centro Network por facilitarnos este plan. Para obtener más información, por favor visítenos en: www.palabradevida.org.ar y www.elcentronetwork.com