No por nuestra habilidad, se trata de Dios Muestra
Combate persistente
Hoy analizaremos el combate persistente de Jacob. Fue a pelear, comenzó a luchar de manera incesante e incansable. Sería ésta una lucha que habría de dejar una marca permanente en su vida. Un hombre como Jacob, que corría apresurado por la vida, terminó cojeando en aquel sendero, pero logró más a través de ese impedimento físico, que todo lo que había conseguido en su apresuramiento. Veamos cómo lo describe la Palabra de Dios, en el libro de Génesis. «Jacob se quedó solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba».
El primer aspecto en este combate persistente, es que fue una lucha privada. A menudo las cosas más importantes que Dios hará en tu vida no serán en público, sino en privado. Dios hace cosas tremendas en tu vida, cuando te enfrentas, en un combate mano a mano contigo mismo, en medio de la lucha con el mismo Señor.
¿Cuándo fue la última vez que tuviste un encuentro privado con Dios? ¿Cuándo fue la última vez que el Señor Dios del universo se te acercó y luchaste con él? Este es un asunto privado. Las personas que no tienen estos encuentros privados, viven experiencias públicas muy superficiales. El combate persistente con Dios es un tema privado.
En segundo lugar, es una cuestión personal e intransferible. El texto dice una y otra vez que Jacob luchó con él, con el Cristo preencarnado. En privado. Nadie lo ve sino sólo tú y Dios, pero es absolutamente personal. ¿Qué porcentaje de tu fe surge de tu relación personal con el Señor? ¡Aquí aparece como el Ángel de Jehová, el Cristo preencarnado!
Algunos que han nacido en hogares cristianos, conocen en su imitación, todas las palabras, las plegarias y los ademanes pero su fe nunca se ha convertido en algo personal. Viven de la fe de su familia, como si esto fuera suficiente. Un combate persistente con Dios es privado y es personal. Tenemos que llegar a la conclusión, que aunque es personal, no se trata de nosotros, sino que se trata de Él.
Escrituras
Acerca de este Plan
Aunque Jacob oró pidiendo ser librado de su hermano Esaú, en realidad lo que necesitaba era ser liberado de sí mismo. La mayor liberación que experimentarás del mayor enemigo que tienes, es la de ser librado de ti mismo. En este devocional podremos meditar en lo profundo de esta verdad en nuestras vidas.
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Nos gustaría agradecer a José Jordán en colaboración con El Centro Network por facilitarnos este plan. Para obtener más información, por favor visítenos en: www.palabradevida.org.ar y www.elcentronetwork.com