Vestidos del nuevo hombreMuestra

¿Remiendos nuevos en vestidos viejos?

Imagínate si todos los días te bañas y te pones ropa limpia, a excepción de los calcetines, esos nunca te los cambias, te los dejas por siempre; sin lavarlos, sacudirlos o perfumarlos. Te vas a vestir muy bien, a la moda, te vas a bañar todos los días, pero los calcetines son los mismos con los que te graduaste del colegio, y con esos te vas a quedar hasta que te hagas viejo. ¿Qué pasaría? Que a los pocos días que persistas en llevarlos puestos de esa manera, todos sabrían que traes un problema, pues percibirían un olor un tanto peculiar, y casi nadie querría estar cerca de ti. Así de evidente es en nuestras vidas, cuando permanecemos con parte de la vestimenta vieja, la cual ya no debemos llevar, pues ya no debemos operar así.

Algunas persona piensan que Dios llegó a sus vidas para remendar vestidos viejos, para parchar agujeros, para medio lavar las conciencias, para esclarecer a medias como tú te ves ante los demás, pero eso no es lo que Dios vino a hacer. Nadie remienda con un retazo nuevo, un vestido viejo. En Adán, traíamos un vestido viejo, mal oliente, desagradable a la vista; y Dios dice: nadie pone remiendos de paño nuevo a vestidos viejos. Dios no viene a traer remiendos a nuestra vida. Es el hombre quien está acostumbrado a tratar de parchar vidas, es todo lo que el hombre puede hacer.

La psicología se dedica a parchar a hombres que tienen sus emociones rasgadas, pero cada vez que ponen un parche, les resulta otra rasgadura. Las veces que así lo hagan, el resultado será el mismo. La religión se dedica a lavar manchas del vestido del hombre, para que luego vuelva con la misma mancha, semana a semana regresa igual y nuevamente se la lavan por fuera, pero nunca curan la causa de la mancha. La educación plancha los vestidos de las mentes de las personas, pero no transforma el espíritu. La filosofía perfuma con humanismo el mal olor humano, pero no logra corregir el comportamiento. La ciencia adorna los vestidos del hombre, pero no puede quitar el aspecto percudido de la historia del hombre. 

Entonces, lo mejor que puede hacer el hombre, es tratar de remendar el vestido, pero eso no soluciona la condición de la humanidad. Dios no está en el negocio de parchar vidas, lo que Él hace, es crear vidas nuevas, pues no tiene lavandería ni tintorería ni taller de costura; tiene solamente vestidos nuevos, eso es lo que Él da, los regala, los da por gracia a todo el que los quiera recibir.