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Vestidos del nuevo hombre

DÍA 3 DE 7

Revestidos del nuevo hombre

Dios ofrece vestidos nuevos y el hombre, decide ponerse ese vestido nuevo, o quedarse en los andrajos apestosos con los que ha estado viviendo en Adán. Existió un padre que hizo una enorme fiesta para su hijo, que conocemos como la parábola del hijo prodigo. Lo primero que hizo con su hijo apestoso, sucio, roto y enlodado, fue darle un vestido nuevo, no solamente nuevo, sino, está escrito que fue el mejor. Dios no solo tiene para ti algo nuevo, Él tiene para ti lo mejor, ese es el negocio del Padre; Dios está en el negocio, no de mejorar tu vida, sino de darte lo mejor.

La carta a los colosenses, nos enseña que el hombre se va revistiendo del nuevo hombre y que se va renovando. «Revístanse del nuevo hombre», es una orden, algo que debemos hacer, ¡revestirnos del nuevo hombre! ¿Cuál es ese vestido? Ese vestido no es otro que Cristo, es decir; vestirnos de Cristo, de su carácter, de su mente, de su filosofía, vestirnos con sus acciones, con su visión, es ponernos a Cristo; dejar de vestir como Adán vestía, dejar de pensar como Adán pensaba, y revestirnos de Cristo.

Dado esto, lo que debemos hacer es quitarnos la vestidura del hombre viejo, y ponernos la nueva. Cuando alguien nos regala ropa, una vez que la tenemos, podemos optar por ponérnosla o no. Me la regalaron, me la dieron, pero es mi opción usarla o no, es nuestra decisión. Dios nos dio por gracia, como un regalo, las vestiduras de un hombre nuevo, pero solamente nosotros decidimos si queremos caminar con éstas vestiduras que Dios nos entregó, o dejarlas en el ropero. Por eso dice, que tenemos que revestirnos del hombre nuevo, el cual se va renovando, el vestido de Dios no se hace viejo, sino se renueva a la imagen de quien lo creo. 

La vestidura del viejo hombre se envejece, y con el tiempo nos hace más parecidos a Adán. La vestidura del nuevo hombre se renueva y nos hace con el tiempo, más parecidos a Cristo. Esa es la obra del Padre, que cada día dejemos de parecernos a Adán y día a día nos parezcamos más a su Hijo, que cada día nos despojemos de una parte del ropaje; como los calcetines que mencionamos, los cuales traemos hace mucho tiempo y no hemos querido cambiar pues estamos aferrados a ellos, hasta que decidimos sacarlos de nuestra vida y ponernos los nuevos, para ser más como Cristo. En Adán y en Cristo, actuamos de forma diferente.   

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Acerca de este Plan

Vestidos del nuevo hombre

El autor de éste devocional, ilustra cómo cuando andábamos sin Cristo, nuestras vestiduras eran las de Adán; y de la misma manera, desde que creímos en el Hijo de Dios, comenzamos a ponernos a Cristo como nuestra ropa. Es nuestra decisión ponernos la ropa que nos regalan o dejarla en un ropero a que se la coman las polillas. Dios no solo nos dio ropa nueva, sino que nos dio la mejor.

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Nos gustaría dar las gracias al Gerardo Cárdenas en convenio con El Centro Network por proporcionarnos este plan. Para más información, por favor visitar: http://www.enelcentro.org y http://www.elcentronetwork.com