Vestidos del nuevo hombreMuestra
La ropa de Adán y la ropa de Cristo
En Adán nuestras vestiduras son: pecado, condenación, obras de la carne, lejanía del Padre, ignorancia, orgullo, maldad, ira, impaciencia e incredulidad, entre otras. Por otra parte en Cristo, nuestras vestiduras son: santidad, justificación, obras de Dios, cercanía con el Padre, sabiduría, humildad, bondad, mansedumbre, paciencia y fe. A esto se refería Pablo cuando escribió a los colosenses, recalcando la frase ¡vístanse pues! Conforme nosotros decidimos abandonar las viejas vestiduras y caminar en Cristo, nos vamos colocando éstas nuevas características. La forma en que te vistes, determina tu personalidad, lo que eres, lo que haces, a donde vas, tus acciones; por eso debes vestirte adecuadamente para cada ocasión.
Lo que te pones, determina tu mentalidad, debes decidir cómo hacerlo. Para ir a una fiesta, no te pones lo mismo que para ir a una reunión en el jardín de una casa, o al lago o quizás al mar. Cada una de estas ocasiones determina una decisión de cómo vas a vestir; por eso debemos decidir vestir adecuadamente para la vida que queremos llevar. No estamos hablando de vestimenta física, sino de cómo me voy a vestir para tener una actitud correcta en la vida, para tener un matrimonio estable, para tener éxito en todo lo que emprenda, y en general cómo me voy a vestir en la vida para las cosas que yo requiero.
Dios quiere que tomemos decisiones correctas, por eso recalca en su Palabra, vístanse del nuevo hombre, porque aunque Él nos dio las vestiduras, no nos las va a poner a la fuerza. En dicha porción de la Palabra, habla de vestirnos de misericordia, es decir, lo contrario a ser inmisericorde. El misericordioso siembra y cosecha misericordia, vestirse de misericordia, es vestirse de Dios, ¿por qué?, porque Dios es misericordioso.
El evangelio es la misericordia de Dios para los hombres. Ésto se nos muestra, a través de la obra de la cruz, por ende, cada día debemos vestirnos de misericordia; es nuestra decisión, pues ya la recibimos. Si no vestimos de misericordia, siempre vamos a tener una palabra de juicio para los demás, no vamos a creer en que las personas cambian, nunca vamos a creer en que Dios puede hacer la obra en ellas; y siempre nos vamos a fijar en las carencias, fallas, limitaciones y errores que cometen las personas. ¿Por qué?, porque no nos vestimos de misericordia.
Yo he tomado la decisión de vestirme al extremo de misericordia, y prefiero pasar por un tonto, cuando creo que una persona va a cambiar por el poder de Dios, a decir, esa persona nunca va a cambiar. Prefiero vestirme y ver a esa persona con ojos de misericordia y ver cómo lo hace Dios.
Escrituras
Acerca de este Plan
El autor de éste devocional, ilustra cómo cuando andábamos sin Cristo, nuestras vestiduras eran las de Adán; y de la misma manera, desde que creímos en el Hijo de Dios, comenzamos a ponernos a Cristo como nuestra ropa. Es nuestra decisión ponernos la ropa que nos regalan o dejarla en un ropero a que se la coman las polillas. Dios no solo nos dio ropa nueva, sino que nos dio la mejor.
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Nos gustaría dar las gracias al Gerardo Cárdenas en convenio con El Centro Network por proporcionarnos este plan. Para más información, por favor visitar: http://www.enelcentro.org y http://www.elcentronetwork.com