Vestidos del nuevo hombreMuestra
Mansos pero no mensos
Vestirnos de humildad
Vestirnos de humildad es contrario a vestirnos de orgullo, debemos aclarar, que humildad no es pobreza, pues hay gente que es pobre pero muy orgullosa. La gente expresa: miren esa gente tan humilde; solamente porque son pobres, están muy equivocados. Humildad no tiene que ver con cuánto dinero tienes; tiene que ver con la carencia de orgullo, con una posición y entendimiento correcto de lo que somos.
Vestirnos de mansedumbre
También tenemos que vestirnos de mansedumbre, o sea, lo contrario a la ira. ¡Ser manso no es ser menso! No confundamos, no se trata de dejar que las personas hagan todo lo que ellos quieran y no hacer absolutamente nada al respecto. Si hoy alguien entra a mi casa a robar mis pertenencias, agarro lo que tenga a la mano y le doy un golpe, no por eso estoy dejando de ser manso, ¡claro que lo soy! Por el contrario, si en el trabajo alguien se equivoca y le propino un tremendo garrotazo, estoy haciendo algo incorrecto. Es la misma acción, pero en circunstancias totalmente diferentes.
La mansedumbre, es actuar por leyes internas, en medio de una situación que nos quiere gobernar externamente, por ejemplo, en el trabajo me enojo por lo que alguien hace, o dice y reacciono. Eso no es ser manso, pues pese a lo que pase, yo gobierno internamente a pesar de esa situación, soy alguien que actúa correctamente. En el caso del ladrón que entra a mi casa, no voy a tener ira, sin embargo le voy a dar un golpe y va a ser correcto. ¿Tiene sentido?, nunca hubo ira, ni en el trabajo ni con el ladrón; en ambos casos me controlo y reacciono sin violencia de la manera correcta, pues me he vestido de mansedumbre.
Reaccionar de manera contraria a lo antes mencionado es incorrecto, es actuar como Adán, vestirme de mansedumbre es responder con el carácter de Cristo ante las acciones del viejo hombre.
Vestirnos de paciencia
También debemos vestirnos de paciencia, que es lo contrario a la impaciencia, para poder ver el fruto y la obra de Dios, primero en mí y después en los demás. Si no tengo paciencia conmigo mismo, tampoco voy a tener paciencia con los demás. Yo creo en la obra de Dios en otros, porque yo veo la obra de Dios en mí, y si Dios lo está haciendo en mí, también lo puede hacer en otros. Solo quien cree en la obra de Dios en sí mismo, puede creer en la obra de Dios en otros. Cuando una persona no cree en la obra de Dios en otros, es porque no le ha permitido a Dios hacer algo en su propia vida.
Escrituras
Acerca de este Plan
El autor de éste devocional, ilustra cómo cuando andábamos sin Cristo, nuestras vestiduras eran las de Adán; y de la misma manera, desde que creímos en el Hijo de Dios, comenzamos a ponernos a Cristo como nuestra ropa. Es nuestra decisión ponernos la ropa que nos regalan o dejarla en un ropero a que se la coman las polillas. Dios no solo nos dio ropa nueva, sino que nos dio la mejor.
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Nos gustaría dar las gracias al Gerardo Cárdenas en convenio con El Centro Network por proporcionarnos este plan. Para más información, por favor visitar: http://www.enelcentro.org y http://www.elcentronetwork.com