Todos estamos liderando a alguienMuestra

La Biblia: el primer punto de control en el sendero del líder

Aquellos a quienes lideramos confían en nosotros para llevarlos en la dirección que Dios quiere que vayan; y a veces su vida y su sustento dependen de ello. Un lugar excelente para comenzar es preguntarnos: « ¿Hay algo en la Escritura que promueva o impida este siguiente paso?».

La Biblia me puede lijar o aplastar. La decisión es mía. Escoger la humildad es mucho mejor que ser humillado. A medida que dirigimos a otros a Dios, nuestros pensamientos y nuestros caminos necesitan ser refinados. La rebaba de orgullo por nuestros propios planes debe ser lijada. Si no nos sometemos a este proceso y no le permitimos a Dios que nos lleve a humillarnos en nuestro corazón, hemos cerrado nuestros ojos al peso de nuestra responsabilidad. 

Necesito permanecer bajo la autoridad de la Palabra de Dios. Entre más alto sea mi puesto de liderazgo, más necesito caminar en humildad. Deja que la Escritura purifique tu corazón y tus motivos cuando guías a otros. Él nunca te llamará a hacer nada contrario a los principios de su Palabra. En lugar de ello, Él usará su Palabra para guiarte cuando tus propios pensamientos comiencen a engañarte y a desviarte.

• Cuando me siento molesto y quiero obligar a los demás a hacer lo que quiero, recuerdo: «La ira del hombre no obra la justicia de Dios».
• Cuando mis hijos prueban los límites tan pronto los establezco, escucho: «Padres, no provoquen a ira a sus hijos».
• Cuando los seguidores se quejan de las indicaciones que doy, la Palabra me recuerda: «La suave respuesta aparta el furor, pero la palabra hiriente hace subir la ira». Entonces escucho y converso con calma, haciendo a un lado la necesidad de defenderme y devolver el golpe.
• Cuando me siento tentado a repasar en mi mente por qué estoy en lo correcto y lo que voy a decir la próxima vez que sea desafiado, escucho: «Enójense, pero no pequen; no se ponga el sol sobre su enojo». Confío en el Señor, y los perdono.
• Cuando pienso: Depende de mí que esto se haga bien, recibo este recordatorio: «Separados de Mí nada pueden hacer». Mis esfuerzos son un desperdicio si no son realizados en su fuerza.

Gracias a Dios, sus palabras le dan forma a las nuestras y evitan que empeoremos las cosas cuando estamos frustrados. Recuerda que los que conocen mejor la Palabra de Dios, escuchan más la voz de Dios.