Todos estamos liderando a alguienMuestra

Señales internas: segundo punto de control

El líder que desea lo mejor para sus seguidores aprende a escuchar a su ser interior. Las señales internas son esos momentos clave cuando sentimos una dirección fuerte o ligera en el susurro discernible de Dios. Pasar tiempo en la tienda de reunión, así como conocer la Palabra de Dios y obedecerla, me ayuda a discernir sus caminos, pero también hay momentos en los que mi ser interior me dice: «Siga», o: «Alto», y he aprendido a escuchar esas indicaciones.

Siento una señal interna de alto cada vez que tomo la decisión de probar: «Yo soy el papá y tú eres el hijo». Hay ocasiones en las que mi respuesta y la infracción de mi hijo no están alineadas; como cuando una galleta más no es un asunto de vida o muerte.

He sentido señales de alto al apresurarme a devolver una llamada telefónica sin haber orado antes. Después de marcar todos, excepto el último dígito, cuelgo y me rindo a la indicación del Espíritu Santo de esperar y orar.

Sentí una señal interna de alto en mi alma cuando caí en cuenta de que la chica con la que estaba saliendo en la universidad no era con quien debía casarme, y que necesitaba dejarla ir para que ambos pudiéramos encontrar a la persona que Dios tenía para cada uno. 

Incluso en los matrimonios piadosos podemos sentir que se levanta una señal de alto que dice: «Este problema no vale la pena el conflicto, y necesitas disculparte».

Cuánto mejor estaríamos si aprendiéramos a escuchar y obedecer estas señales internas. Cuán bueno es Dios para guiarnos en este modo. ¡El líder que escucha a su ser interior cuando levanta la voz es sabio!

La Palabra de Dios también enfatiza este tipo de dirección. Dice que una voz nos dirá qué camino tomar, que Él nos guía y nos enseña la justicia cuando somos humildes, y que si preguntamos dónde está el buen camino, y andamos por él, encontraremos descanso para nuestra alma.

A medida que aprendemos a liderar a través de seguir, escuchamos la dirección de Dios. Una corazonada podría decirnos que contratemos a cierta persona o que dejemos ir a otra. Podría parecer una idea loca, pero si crees que estás escuchando la voz del Maestro, obedeces. No obstante, este concepto no es un permiso para un trastorno de déficit de atención espiritual o una excusa para seguir cualquier capricho.