Crezcamos en fe, amor y santidad Muestra

La vida nueva es una vida de fe que obra por el amor

Cuando queremos el aplauso y la buena opinión de los hombres, en realidad es para servirnos de esas cosas en el momento propicio. Así que, mientras aparentamos estar preocupados para la gloria de Dios o el bienestar del prójimo, en realidad estamos preocupados por nuestra propia gloria y nuestro propio bienestar.

La vida en Cristo es una vida de fe, y la fe, obra por el amor. Pablo nos dice, que es por fe que andamos, no por vista. La vida nueva es una vida de fe de principio a fin. Entramos en ella por medio de la fe, permanecemos en ella creyendo. Donde no veamos esa obra de amor, podemos concluir que no hay fe, y donde no hay fe, tampoco hay vida nueva. ¿Podemos concebir la vida en Cristo sin fe? No, de ninguna manera. Somos salvos por medio de la fe; vivimos por fe. ¿Podemos concebir la fe sin amor? De ninguna manera, porque la fe que no obra es muerta en sí misma, igualmente Pablo aclara que la fe, obra por medio del amor. 

Por tanto, podemos entender, que tampoco se puede concebir la vida en Cristo sin amor, de la misma manera que no podemos concebirla sin fe. Ambos elementos caminan de la mano. Dios los juntó, y el hombre no puede separarlos.

Si no podemos demostrar crecimiento en este aspecto, probablemente estamos decayendo en nuestra vida de piedad. El que no está creciendo en amor, no está creciendo en nada, por cuanto el amor resume todo lo demás. Que el Señor nos ayude a ser honestos al replantear estas cosas, pero sobre todo que nos dé un espíritu renovado, de modo que al evaluarnos a nosotros mismos no desfallezcamos. 

Interioricemos, que el amor es central en la vida en Cristo, es el resumen de todas las virtudes espirituales, porque la Escritura así lo declara de manera explícita. Leemos la conclusión a la que llega Pablo en Romanos 13, que «el que ama al prójimo, ha cumplido la ley».

También es verdad que, asociarnos en buena compañía en el reino nos estimula al amor y las buenas obras. El amor echa fuera el temor y si repasamos las enseñanzas y principios bíblicos, en especial podremos reconocer si nosotros mismos amamos a los demás como el Señor espera que lo hagamos. Es por medio de este filtro que podemos ver si nuestro amor es verdadero o si somos falsos; podemos engañar al hombre, pero no a Dios.