Llamados a la comunión con CristoMuestra

Llamados a ser como Cristo

Dios ha provisto nuestra necesidad a través de Cristo y ahora nos llama a ser como Él. Los creyentes están posicional y forénsicamente declarados justos, sin culpa, en una relación correcta con Dios, por la obra de Cristo. Ahora los creyentes deben asumir su posición, tal como el apóstol Pablo lo afirma: «Andad como es digno de la vocación con que fuisteis llamados». 

Por cuanto en Cristo Jesús se ha restaurado la imagen de Dios en nuestras vidas y disfrutamos de una comunión inseparable e íntima con Él, es ahora posible, que sus hijos reflejen el carácter del Padre, como lo hizo su Hijo. Somos llamados, a nada más ni nada menos, que expresar la santidad de Dios. La santidad de Dios, debe ser nuestra experiencia, no solo legalmente, ¡sino existencialmente también!

Esta condición irreprensible, es una parte preciosa de la gracia de ser guardados. Ser guardado santo, es más que ser guardado salvo. Es triste ver gente religiosa, tropezar y caer de una falta a otra, nunca han creído en el poder de Dios para guardarlas irreprensibles. La vida de algunos que profesan ser salvos, consiste en una serie de tropiezos, nunca están totalmente derrotados, pero tampoco están plenamente afirmados. Esto no es digno del creyente. Su vocación es andar con Dios, y por la fe puede llegar a perseverar firmemente en la santidad, y debe hacerlo. El Señor es poderoso, no sólo para salvarnos del maligno, sino para guardarnos del mal. 

La definición de irreprensible que nos da el diccionario, es de alguien que no se puede reprender, vituperar, criticar, censurar o amonestar; y, que no merece reprensión alguna por los méritos y las buenas acciones.

Pero es muy importante, entender que ser sin culpa, es muy diferente a ser sin falta. Somos seres humanos y vamos a cometer errores. Si Dios nos pidiera que fuéramos sin falta, nos estaría pidiendo que no cometiéramos errores, que fuésemos infalibles, pero Dios no nos pide eso. Nos pide que cuidemos nuestro comportamiento en este mundo, y que no adoptemos caminos malvados y perversos. Por lo mismo, nos pide que resplandezcamos, como luminares en medio de esta generación maligna y perversa.

En muchos textos de las Escrituras, se emplaza a cada hijo de Dios para vivir piadosamente, por cuanto cada uno dará cuenta de su obra, seremos juzgados en el tribunal de Cristo, no para salvación, sino para promoción en el reino eterno.