Llamados a la comunión con CristoMuestra
La fidelidad de Dios
La confianza de Pablo, en que estos creyentes corintios serán contados entre los inocentes el Día del Juicio, no se basa en su lealtad, sino en la fidelidad de Dios. Indiscutiblemente Dios es digno de fiar, porque nos ama con amor firme. Igual que Dios continuó su relación con Israel por medio del pacto, a través de momentos buenos y malos, así también nosotros podemos confiar que continuará su relación con nosotros a pesar de nuestros fracasos.
No obstante, también debemos anotar, que algunas ocasiones, por nuestra desobediencia y pecado, podemos romper esa comunión con Dios, si elegimos hacerlo. Sin embargo, su gracia soberana siempre nos conducirá a restaurar la comunión con Él, ya que estamos seguros que aunque podamos fallar en algunos de sus planes, jamás fracasaremos en su propósito eterno en Cristo.
La fidelidad de Dios, está basada en la legalidad de su justicia, y esta se deriva de su carácter justo y santo. Por eso, aunque seamos infieles, Él permanece fiel, porque Él no puede negarse a sí mismo. Su compromiso hacia nosotros para completar su propósito, no se basa en nuestras obras, sino en la obra perfecta, que logró su Hijo a favor nuestro, mediante la sangre del nuevo pacto que nos fue imputada por gracia.
No se trata de la confiabilidad de la humanidad o de su fidelidad o que seamos dependientes de Él, ¡sino la de Dios! Nosotros confiamos en la seguridad de su Palabra, no en la seguridad de nuestra confianza. La obediencia de pacto fluye de la gratitud, que reconoce que todo lo ha recibido por gracia, mediante la fe que es don de Dios por medio de Cristo, el autor y consumador de la fe. El enfoque no debe ser nunca en la cantidad de nuestra fe, sino en el objeto de nuestra fe, que en todo caso es Jesucristo.
Y si preguntamos las razones por las que Dios es, y siempre tendrá que ser fiel en llevar a cabo sus planes, descubriremos, que se edifican sobre pilares inconmovibles y firmes:
- La santidad de su naturaleza.
- La omnisuficiencia de su poder.
- El honor de su nombre.
- La inmutabilidad de su propósito.
La fidelidad de Dios se edifica sobre la santidad perfecta de su naturaleza en razón de que es imposible que Dios mienta. La falsedad del hombre, surge de la corrupción de la naturaleza humana, pero «Dios no es hombre, para que mienta; ni hijo de hombre para que se arrepienta: Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no ejecutará?». Si no hay defecto en su ser, no puede haberlo en sus obras; si su naturaleza es santidad pura, todos sus caminos tienen que ser perfectamente fieles.
Acerca de este Plan
La comunión, no se refiere simplemente a la comunicación que existe entre nosotros y Dios. Denota también, una participación mutua y una unión indivisible. Además, significa que nosotros y Cristo, llegamos a ser uno, que disfrutamos a Cristo y todo lo que Él es; y, que Él nos disfruta y todo lo que somos.
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Nos gustaría agradecer a Basilio Patiño, según El Centro Network por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: http://www.redrema.org y http://www.elcentronetwork.com