Misión apostólica del discipulado IIMuestra
Exclusividad para el Señor
El discipulado entonces, significa involucrarse, incluirse en la misión; estar autorizado y capacitado para la misma. Ser discípulo es ser enviado. Esto no es una tarea opcional; de la misma manera, tampoco es responsabilidad de un solo grupo «élite», selecto y santo de creyentes especiales. Entonces, cuando nos discipulamos el uno al otro, lo que tenemos que preguntarnos es: «¿Adónde nos está llamando Dios para estar en su misión?», y no: «¿Dios está llamando a la misión?» Independientemente del territorio asignado, siempre reconocemos que Jesús es Señor nuestro, y estamos listos para ir. Recordemos que tan solo «ir», no es el todo de la misión, lo imperativo siempre será el «hacer discípulos».
El discipulado apostólico de reino, significa someterse y adorar exclusivamente a Jesús como Señor y no solamente como Salvador. En su evangelio, Juan clarifica aún más esta dimensión, cuando registra las palabras de Jesús: «Como el Padre me envió, así también yo os envío a vosotros».
Las palabras «como y así también», implica de la misma manera que, igual en todo, o sea que para el mismo propósito, con el mismo mensaje, la misma misión y la misma meta, sin quitarle nada porque nada le sobra, ni agregarle nada, porque nada le falta, ya que el rey y su reino lo contienen todo.
El hecho de que vamos en su nombre, enviados por Él con su autoridad, no hace del todo fácil «la ida». Además del sacrificio involucrado, puede ser que nos surjan dudas. Los discípulos dudaron, ¡aun cuando el Jesús resucitado, se encontraba delante de ellos! Pero Jesús se acercó, en medio de sus dudas, y enseguida los aseguró con la certeza de su presencia constante, su poder completo y su poder contundente. Mateo expone aquí la tensión entre la adoración y la duda, la fe y el temor, lo espiritual y lo humano.
Es por eso, la importancia de ser exclusivos para el Señor, para evitar que las distracciones de la cotidianidad, nos desvíen de nuestra misión.
Acerca de este Plan
Generalmente, nos hemos contentado solamente con el ganar adeptos a nuestras denominaciones, haciendo de ellos «hombres conversos». Necesitamos tener clara la importancia y urgencia de crear comunidades del reino, que sean un reflejo tan fiel como sea posible de la gloria del Dios; comunidades de amor, influyentes y trascendentes en la sociedad, para que traigamos al mundo la reconciliación y restauración de todas las cosas.
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Queremos agradecer a Basilio Patiño, director de la Red Ministerial Apostólica de REMA, en acuerdo con El Centro Network por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: http://www.redrema.org y http://www.elcentronetwork.com