[Serie Volviendo a Dios] El poder de hablar con DiosMuestra

Acercarte a Dios con un espíritu humilde

Recuperarte de la adicción y reconocer tus propios defectos es una experiencia humilde. La tarea es más fácil cuando sabes que Dios se deleita en tu acercamiento con un corazón humilde. Un espíritu humilde es un espíritu dispuesto a ser enseñado y guiado. Cuando piensas que lo sabes todo y que no necesitas ser enseñado, ni que otro te diga cómo hacer las cosas, entonces no tienes el espíritu humilde dispuesto a escuchar a Dios. 

Rendirse a Dios, incluye estar dispuesto a escucharlo y aprender de él. Renunciar a tu manera de ver las cosas y tomar la manera de Dios, es una manifestación de rendición. Sin «manipular» a Dios para conseguir lo que quieres a tu favor, pues a veces en oración le decimos a Dios: «Si tú me das esto, entonces yo hago aquello». En otras ocasiones las oraciones van por otro sentido, haciéndole ver a Dios que dio mucho a otras personas y en cambio nosotros no hemos recibido nada. La actitud de queja y reclamo corresponde a un hijo inmaduro que está en la posición de un niño en la casa que espera que todo le sea dado. Pero llega un estado de madurez en el cual no solo se espera recibir, sino se ayuda con las responsabilidades de la casa. No puedes quedarte toda la vida como un niño espiritual pidiendo, pidiendo y pidiendo, sin crecer para involucrarte en las responsabilidades. Jesús se involucró, al punto de dar su vida por nosotros. 

Saber lo que Dios quiere de ti

Tu relación con Dios se basa en la sinceridad, la verdad y la humildad. Habla con Dios de manera sincera, transparente, sin adulaciones ni manipulaciones ni condicionamientos. Esas cosas de la naturaleza humana deben salir de nuestra relación con Dios, porque están a otro nivel, tiene que ver con la naturaleza divina. En lo espiritual no se involucran esas cosas. 

En el reino del amado Hijo de Dios, las cosas se manejan desde una dimensión que necesitamos conocer y vivir. El fruto del Espíritu Santo manifestado en tu vida en todo tiempo es lo que quiere Dios en ti. Esto se logra por medio de conocer más sobre Cristo, estudiar la Palabra, escudriñarla y que se ilumine en tu espíritu. Vemos la oración del apóstol Pablo en el capítulo uno de Efesios, que está encaminada no a que Dios dé cosas materiales a los creyentes, sino a que se alumbren los ojos del entendimiento. En el momento en que tenemos esa iluminación, nuestra concepción de la vida en Cristo cambia radicalmente.

Reflexiona

Si vivimos en el Espíritu, andemos también en el Espíritu.