[Serie Salmos] Soñador alegreMuestra

¿Sobre qué sueñas?

Mientras envejeces, ríes menos; la vida te hace más serio, más estresado. Cuando tenías 12 o 13 años, reías todo el tiempo. Las cosas siempre parecen divertidas. Pero cuando tienes 42, 52 o más, la vida no es tan divertida como solía ser. Reímos menos. Comenzamos a decir cosas como, «Hagamos cosas divertidas esta noche».

Cuando eres un adolescente la diversión es tu característica. La diversión está donde tú estás. Hay una fiesta a donde quiera que vayas.

¿Qué sucedió a los adultos que se volvieron serios y comenzaron a carecer de gozo? ¿No es peculiar? Tenemos dinero para hacer cosas, sabemos quiénes somos, sabemos lo que hacemos, y entendemos todas estas cosas. Hay mucha seguridad en nuestras vidas, pero carecemos de gozo porque hemos perdido la habilidad de soñar como adultos.

Debemos soñar en grande ahora que tenemos mayor seguridad y un mejor entendimiento de quién somos, sobre cuáles son nuestros dones, dónde hemos sido colocados y qué debemos hacer.

Vivir la luz porque confiamos en lo profundo. Cumplimos el plan de Dios. Hay un gozo profundo que podemos experimentar cuando decimos: «Dios, dejaré de tratar de convencerte para que seas parte de mi plan. Quiero ser parte de tu plan». El Evangelio nos libera de la cautividad de nuestro orgullo, de lo que queremos y somos personas que sueñan con los sueños de Dios.

Estaba en una junta directiva cuando la persona que presidía comenzó diciendo: «Si Dios contestara cada una de las oraciones que estás realizando, ¿qué pasaría?» Esa pregunta realmente convenció mi corazón de esto: no estoy orando lo suficientemente específico para mi vida. Estoy orando ambiguamente. También me mostró cuáles son mis sueños. ¿Cuál es mi sueño que espero que Dios haga?

Entonces, si Dios contesta cada oración que has orado, ¿qué pasaría? ¿De quién serían las vidas cambiadas?

Dios quiere usarte de una manera grandiosa. Él tiene un sueño para ti. Puede ser comenzar una organización, club o evento; o tal vez solo sea para presentarte a una persona a la que vas a ministrar y amar. Una nueva forma de vivir que nunca antes has experimentado. Una vez que seas libre, Dios seguirá adelante con su sueño para ti.