El poder de la resurrecciónMuestra

Un cambio de vida 

Sin importar aquello que Pablo había alcanzado en su posición económica, un nombre, fama, sociedad y rango en la milicia, ahora debía tomar una decisión, seguir en lo que estaba en su religión o aplicar el conocimiento que poseía. Conocimiento que demandaba una actividad diferente ante todo aquello que había aprendido. Decidió dejarlo todo. 

Pablo decía que no solamente estaba dispuesto a dejarlo todo, sino también, que aquello que había ganado y por lo que se esforzó en su vida lo tenía como si fuera basura comparado con Cristo. Lo que para él era su ganancia (una buena posición, logros humanos y lo que había obtenido), no se acoplaba con su nueva fe. La religión que tenía era diferente y contraria al conocimiento que ahora poseía. 

El trabajo que Pablo tenía en la milicia era perseguir a los hijos de Dios, pero eso no se acoplaba a su fe porque ahora era uno de los hijos de Dios, debía perseguirse a sí mismo siendo soldado. Por esa razón Pablo debía elegir entre quedarse en el ejército y la posición que tenía dentro de su religión o Cristo. Pero se decidió por Jesús y lo demás lo vio como basura. Pablo perseguía a la iglesia, a aquellos que creían en Jesús. Era un soldado al servicio de los sacerdotes judíos y no podía seguir con ese estilo de vida. 

Hay cosas que no debes dejar en la vida por exigencia de alguna religión. A Pablo nadie le dijo lo que debía dejar, sino que tomó una decisión porque lo que hacía no aportaba a la nueva vida que iniciaba. Cuando Pablo estaba perdiendo las cosas de su vida dijo: «las considero como basura», para él no valían nada ni le servían. 

La palabra que Pablo utiliza, «basura» en el griego es lo que se da a los perros, son los desperdicios de los alimentos. Cuando vas al restaurante a veces puedes llevarte un poco del alimento que queda en buen estado, pero en ocasiones sobra comida que no se puede llevar y usan el dicho «empáquemelo para los perros». 

Pablo dice que eso que perdió, era como comida para los perros. Entendió sus prioridades y aquello que había ganado. Entendía que lo que hacía era contrario al propósito de Dios, no tenía valor y que había en su lugar, una vida con riquezas verdaderas. 

Reflexionemos

¿Qué es más importante para tu vida, tus logros personales o Cristo?