El poder de la resurrecciónMuestra

En la cruz murió Adán 

Jesús en la cruz y en su resurrección, puso fin a aquel que un día dio inicio a la muerte y al pecado, Adán. Adán tuvo derecho legal de heredarle a los que nacían de él su naturaleza que era de pecado. El pecado no es lo que el hombre hace sino una tendencia de ley interna. Nacimos con la tendencia de Adán, nos parecíamos a él, éramos replicas y gemelos que teníamos sus mismos deseos. 

El día que Adán comió del árbol murió espiritualmente y años después falleció físicamente. Siglos más adelante, en la cruz, murió su reino con el cual tenía derecho de heredar a los hombres muerte y pecado. El día que sepultaron a Jesús el poder no estaba en eso, sino que fue sepultado uno que hace miles de años vivía en esta tierra heredando su naturaleza a todos los vivos. Ese hombre pecaminoso se quedó en la tumba y el que resucitó fue Cristo. Dios cumplió su palabra cuando dijo: «el día que comas del árbol morirás». Adán murió el día de la cruz, desde ese día dejó de tener derecho legal sobre tu vida. 

En la cruz murió Jesús por mis pecados y ahora Cristo vive en mí. En esa misma cruz murió Adán que heredó pecado y muerte que antes estaban en mí. Cuando Adán vivía en nosotros reinaba la muerte. Al vivir Cristo en nosotros reina la vida. La cruz es la revelación de la sabiduría de Dios a través del cual puso fin al imperio de la muerte, destruyó al hombre viejo y dio un inicio a la nueva creación. Ahora el hombre puede tener vida eterna. 

Adán participó del árbol y por eso heredó el fruto del pecado a la humanidad. Jesús participó del madero y por eso heredó el fruto de justicia a los que creen. Dios, en un cuerpo de hombre caminando en la tierra, atrajo el cielo que Adán había alejado siglos atrás. Adán separó el cielo de la tierra. Adán no cayó, sino que se separó de la dimensión de Dios. Dios quiere que entendamos que en Cristo podemos atraer el cielo a la tierra. 

Reflexionemos

«Venga tu reino. Hágase tu voluntad», es una realidad en Cristo. Podemos caminar y vivir en la realidad de la dimensión celestial en esta tierra. Adán separó el cielo de los hombres y heredó maldición. Jesús adquirió el cielo para los hombres y hereda bendición. 

Este plan devocional se basó en la predicación del pastor Gerardo Cárdenas, si deseas ver el sermón completo, sigue este enlace Clic aquí