El poder de la resurrecciónMuestra

La ley interna y externa

Cuando en una ciudad quitan las leyes de conducción y las personas pueden manejar como quieran porque no hay consecuencias, es una buena noticia para los que tienen multas, pero para los que quieren andar correctamente es una mala noticia porque muchos andarían según su parecer. Eso es lo que pasa cuando no se entiende la justicia de Dios. La justicia de Dios no quita los reglamentos para que no seamos juzgados por la ley y así poder hacer lo que queremos. Lo que hace la justicia de Dios es que pone una nueva ley que se pone en operación en nosotros. No es que no exista una ley.

El espejo de la justicia propia manifestará mi esfuerzo personal y Dios me juzgará por la ley, que es externa, que son mandamientos, estipulaciones, cosas que trato de hacer y me veo imposibilitado para cumplir todo. 

En el otro espejo (la justicia de Dios) no es que no exista una ley, existe, pero es interna. La ley interna produce un comportamiento. Es una ley que gobierna lo que haces desde adentro y no una ley que realizas desde afuera.

Las leyes que escriben los hombres son externas, ¿o alguien la escribió dentro de ti? No, están escritas en los códigos, las lees y sabes qué debes hacer, pero es algo que está afuera de ti, es una ley externa. Así es la ley mosaica (la ley de Moisés), los mandamientos de Dios son externos. 

La ley del Espíritu de vida en Cristo es interna. Por ejemplo, ¿quién enseñó a las madres a amar a sus hijos? ¿Por qué las madres aman a sus hijos? Porque es una ley de comportamiento, es algo que no puede explicarse, ya que sin importar cómo sean sus hijos las mamás los aman. Nadie dijo a las mamás que cuando su hijo nazca deben amarlos, es una ley interna de comportamiento y gobierno, no se enseña, es algo que está dentro de la mujer. 

Cuando nos paramos delante de la ley de la justicia de Dios, él elimina las leyes externas y ya no nos juzga por eso y pone dentro de nosotros una ley que gobierna. No es un permiso para hacer lo que queramos, sino que ahora él pone el mismo Espíritu de Cristo en nosotros para que, al vernos en esa realidad, vayamos siendo transformados de gloria en gloria. 

Reflexionemos

¿Identificas la ley que te gobierna?