La grandeza del Padre Muestra

El Señor, tu Padre

El Señor vino para que tengas vida en abundancia. Recordemos que los pensamientos que el Señor tiene acerca de ti son pensamientos de paz y no de mal, para darte el fin que estás esperando. El Señor te mostrará la senda de la vida, en su presencia hay plenitud de gozo, delicias a su diestra para siempre. De hecho, el Espíritu mismo da testimonio a tu ser interior de que eres hijo de Dios, y si eres hijo eres también heredero de Dios y coheredero con Cristo; si es que padeces con él para que juntamente con él seas glorificado. Si eres sumiso y obediente, el Señor te encaminará por el juicio y te enseñará su carrera. Si le temes, te enseñará el camino que has de escoger. Entonces estarás completo en él, pues él es la cabeza de todo principado y potestad. 

De la misma manera en que confiaste en Cristo para que te salvara, confía en él para afrontar los problemas cotidianos. Vive en unión vital con Jesucristo, enraizado y nutrido en él. Mantén un ritmo de crecimiento en el Señor, fortalécete y vigorízate en la verdad. Eres bienaventurado si no andas en consejo de malos, ni estás en camino de pecadores, ni haces causa común con los que se burlan de Dios, sino que te deleitas en la ley del Señor y en su ley meditas de día y de noche. Serás como un árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto a su tiempo, su hoja no cae, y todo lo que hagas prosperará. 

Si permaneces unido a Cristo y te mantienes fiel a sus enseñanzas, pide lo que quieras y se te dará. Ama al Señor con ternura y cumplirá tus deseos más profundos. Llama al Señor cuando estés angustiado. Él te librará y tú le honrarás. Clama al Señor y él te responderá. Te anunciará cosas grandes y misteriosas que tú ignoras. El Señor atiende a tu clamor y te libra de todas tus angustias porque eres honrado. Pídele ayuda y te dirá: Aquí estoy. Dios hará todo lo que pidas en el nombre de Jesús, para que por él se muestre la gloria del Padre Dios. 

Reflexionemos

Como hijo de Dios que has recibido su amor y bondad, mantente unido, enraizado y nutrido con Cristo todo el tiempo. Cada día es una nueva oportunidad para crecer en él y disfrutarlo.