Milagros en Medio De Batallas EspiritualesMuestra

Parte 7

Después de esa noche, el Señor me empezó a preparar para aquel momento en el que me encontraría de nuevo con este hombre; lo iba a volver a ver, y así fue, Dios estaba planeando enfrentarme con el temor cara a cara para poder ver su Gloria. Llegó el día en el que tenía que enfrentar al gigante como una vez David le hizo frente a Goliat. Sin embargo, no tenía ningún temor porque el Señor en intimidad ya me había dado Palabra, me había advertido lo que iba a suceder, me había capacitado y me había dado la promesa de que todo lo que estaba viviendo y sintiendo era para mi bien, para edificación, para libertad y para entrenamiento. Con esta experiencia confirmé una vez más la importancia que tiene el habitar a la Sombra y al Abrigo del Altísimo; permanecer en su presencia y escuchar su voz para que guiados por su sabiduría podamos enfrentar las batallas que tengamos por delante. Es en su presencia donde se batalla.

El Señor me había dicho que en el momento en que iba a encontrarme con este hombre, él iba a asumir una actitud de arrepentimiento (no sincero) y de falsa humildad; me dijo que tuviera cuidado y que tuviera en cuenta que era una artimaña del enemigo. Me hizo comprender qué naturaleza lo movía a él y por quién estaba siendo influenciado "nada más ni nada menos que por el enemigo" para intentar de alguna manera hacerme daño.

Se llegó el día en que me lo encontré, efectivamente él se me acercó y me dijo que estaba muy arrepentido por haber reaccionado como lo hizo ese día cuando lo llevamos a la fundación; me pidió perdón y me expresó que quería otra oportunidad. Igualmente, de manera muy sutil, me dijo que estaba preocupado de que me fuera a pasar algo malo (un comentario con tinte de amenaza y amedrentamiento); sin embargo, ya el Señor me había advertido y también sabía qué debía decirle. Le dije: "tú no tienes que preocuparte por mí, yo tengo quien me defienda, yo no estoy sola; no necesito nada de ti, no tengo porqué temer a nada ni a nadie; y si quieres ayuda de nuevo, tendrás que asumir un nuevo proceso con otra persona, con otro profesional.", él respondió: "bueno señora", luego me despedí y hasta el momento no ha regresado al lugar donde trabajo a buscar la ayuda del equipo. Dios no se equivoca, Él ya lo había desenmascarado.