Teología de la gracia Muestra

La teología de la gracia nos permite vivir una vida de: «Agradecimiento» en lugar de una vida de: «Tengo que...»

Otras teologías dicen que es necesario «ser bueno» para entrar en las puertas de perla del cielo. Si algo es necesario, entonces es un deber, una obligación, un requisito. No hay una opción para cumplir, sino una exigencia. Pone la carga de ser bueno sobre los hombros del cristiano que profesa serlo. Pero dado que la vida eterna es un don gratuito de Dios, asumimos que no «tenemos que ser buenos» para ir al cielo.

Si fuera necesario ser bueno, siempre nos preguntaríamos si somos lo suficientemente buenos. Eso solo termina en frustración. Hay gozo si me dispongo a ser bueno porque quiero, por gratitud a lo que el Salvador ha hecho por mí.

Una vida de «tengo que...» es un trabajo; una vida de «agradecimiento» está llena de gozo

La teología de la gracia no enseña una mezcla de fe y obras donde tú «tienes que hacer» antes de creer o después de creer para que se te abran las puertas del cielo. En otras palabras, no hay una carga «frontal» o «trasera» en el evangelio de la fe. Simplemente cree.

Ni las obras ni la perseverancia en las buenas obras son parte de la composición de la fe. Las obras no son requeridas antes de la fe, en la fe o después de la fe en la persona y obra de Jesús. Lo que Él hizo fue suficiente para salvarnos. Entrar en Su descanso requiere fe. El descanso que encontramos en Él cuando creemos en Su obra en la cruz es por lo que podemos vivir una vida libre de mandatos y cargas pesadas.  

La teología de la gracia es realmente una buena noticia para el mundo. Debido a que vivimos una «vida de agradecimiento» en lugar de una «vida de tener que». Hallamos gozo incluso en los tiempos difíciles que surgen en la vida del voluntario, uno que ha aceptado amorosamente esta invitación, a diferencia de un recluta. Como no tenemos que perseverar en las buenas obras hasta el final de nuestras vidas en la tierra, tenemos la paz permanente que resulta de tener la seguridad de nuestra salvación.