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¡Moléstanos, Señor!Muestra

¡Moléstanos, Señor!

DÍA 2 DE 5

Dependencia total

Yo creo que oré durante semanas antes de predicar mi primer sermón a los 14 años de edad. Supliqué la ayuda de Dios y su bendición, sabiendo que sin ellas sería un miserable fracaso. En la actualidad, a menudo predico más de doce veces en una sola semana. Ya no me siento nervioso, incluso cuando predico a multitudes de cientos de miles de personas, y es ahí donde está el peligro. Aunque me siento cómodo y seguro de mí mismo detrás del púlpito, debo recordarme continuamente que mi sensación de seguridad es solamente una ilusión. Podría predicar el sermón más elocuente y comunicarlo del modo extraordinario, pero seguiría siendo un miserable fracaso sin la bendición del Señor.

No debemos dar por sentadas la misericordia y la fidelidad de Dios en los tiempos buenos, y confundir presunción y fe. En naciones, individuos, familias y negocios, la complacencia tiene el mismo efecto; es el enemigo de la victoria y el aliado de la derrota. En ninguna otra área es tan letal la complacencia como en la vida de oración, especialmente cuando todo va bien. He comprobado que, mientras más seguros nos sentimos, más en peligro estamos, porque es en la comodidad donde podemos olvidar muy fácilmente nuestra necesidad total de Dios. Por eso, antes de levantarme para predicar, hago la oración que solía hacerse en los salones de clase de los Estados Unidos antes de que la prosperidad hizo que fuera apática hacia Aquel que tanto le había bendecido: “Dios poderoso, reconozco mi dependencia total de ti y te ruego tu bendición”. Esta consciencia de nuestra dependencia total de Dios es lo que nos hará ser diligentes en la oración. Si usted carece de esta consciencia en su vida, es probable que vaya caminando sonámbulo por los terrenos desolados de la complacencia.

Escrituras

Día 1Día 3

Acerca de este Plan

¡Moléstanos, Señor!

El descontento que nace del cielo es crucial para quienes desean entrar en una colaboración divina con Dios y sus propósitos uniéndose a la revolución de la oración. Comienza con los discípulos, incluidos usted y yo, sentados a los pies de Jesús en la escuela de la oración. Comienza con una sencilla petición: “¡Señor, enséñanos a orar!”.

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Nos gustaría agradecer a CfaN Christ For All Nations por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: http://www.cfanlatino.org/