Lo que vimos en ÉlMuestra

NO PODEMOS DEJAR DE DECIR LO QUE HEMOS VISTO Y OÍDO

El día en que aprendí las tablas de multiplicar con un método que utiliza los dedos, no pude callar. Le conté a mis compañeros, les expliqué. Al rato, aparecía otro y alguien lo mencionaba y me pedía que también le explique. Era un descubrimiento que no debía ser negado a nadie. No sé si reportó muchos beneficios a otros y quizá quedó como un anécdota del momento que se olvidó con el tiempo. Tal ocurre con las curiosidades, muy interesantes a veces, pero poco vitales.

El caso de Jesús no es así, él no es una curiosidad. Algunos pensaron que se les pasaría la “rayadura” en unos días, semanas o meses; después de todo, como dice el refrán “muerto el perro, se acaba la rabia”. Pero los meses pasaron y los discípulos no cesaron de decir lo que habían visto y oído. Ellos vieron algo que no era curioso, ni interesante; de hecho, era algo que algunos no querían ver ni oír; pero era vital. Tan vital que la propia vida de ellos venía a ser poco para callarlos.

Solo quiero invitarte a ver a ese Jesús despojados de nuestras maneras de pensar, nuestras filosofías y rencores. Vamos a él dejando todo el peso del pecado que nos ha mantenido agotados; pongamos los ojos en Jesús. Él puede hacer nuevas todas las cosas. Quizá, al ser transformados, otros puedan preguntarse ¿Qué vieron en él? Y nosotros no podremos callar.

Es mi oración que tu corazón sea aliviado, dirigido e inspirado; no por lo que hemos dicho, sino por lo que Cristo y su Palabra pueden hacer en ti. Por eso nos esmeramos en hacer esta pequeña infografía de regalo, que te recuerde estas verdades y te permita enseñarlas a otros.