Experimentando la presencia manifiesta de Dios

Al concluir nuestra segunda semana en este Plan, concentrémonos en experimentar la presencia manifiesta de Dios.

Cuando queremos la presencia de Dios más que nada, más que una casa nueva, una promoción, un honor o un auto nuevo, Él aparecerá en todos los lugares dónde le busquemos.

Hemos sido llamados a la práctica de la presencia de Dios. Esto se ha convertido en una disciplina perdida en la Iglesia de hoy. Muchos ni siquiera saben cómo practicar la presencia manifiesta de Dios, porque ni siquiera tienen idea de qué es. Cuando nos reunimos, nos hemos vuelto tan controlados entrando y saliendo en un cierto período de tiempo que no dejamos espacio para que Dios manifieste Su presencia entre nosotros. Dios no se manifiesta en nuestros términos.

En Juan 14:21 Jesús declara que el que le ama será amado por el Padre y Él mismo ¡también se le manifestará!

En Éxodo 33:1-3 y 12-16, Dios le da a Moisés instrucciones para guiar a los israelitas. Cuando Moisés no se siente a la altura del desafío y le pide a Dios, Dios dice que enviará Su presencia para guiarlos. Mientras que la presencia de Dios en el Antiguo Testamento era una columna de nube durante el día y de fuego durante la noche, ahora Él se manifiesta de manera diferente. Mediante el sacrificio de Cristo y el Espíritu Santo que mora en nosotros, Él puede manifestarse.

Necesitamos desesperadamente la presencia manifiesta de Dios. Si todo lo que tenemos son promesas, nos hemos perdido lo más importante. No debemos conformarnos con vivir un día sin la presencia manifiesta de Dios. No debemos estar satisfechos con ir a la iglesia, reunión de oración u otro ministerio sin la presencia manifiesta de Dios. Es Su presencia la que hará la diferencia. Jesús dijo que si le amamos y guardamos Sus mandamientos, Él se manifestará a nosotros. Fuimos creados para esto.