Comunión con el Espíritu Santo

Llevamos una semana vaciándonos de nosotros mismos. Pasamos una semana llenándonos del Espíritu Santo. Ahora, hacemos la transición de lidiar con lo que sucede dentro de nosotros a caminar en la profundidad del desbordamiento. Confío por fe que ya estás comenzando a experimentar la vida desbordante de Dios.

Para que podamos caminar en abundancia, tenemos que pasar del punto en el que el mover del Espíritu Santo en nuestras vidas sea un evento, y se convierta en un estilo de vida. Cuando llegamos a un lugar donde el Espíritu está inspirando todo lo que hacemos, decimos, pensamos y sentimos, estaremos caminando en comunión o compañerismo con el Espíritu Santo.

Esto es de lo que Pablo habla cuando cierra su segunda carta a la iglesia de Corinto (2 Corintios). En 2 Corintios 13:14, vemos que Pablo desea que la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo estén con ellos. Y no estaba hablando de un momento de comunión con el Espíritu, estaba hablando de un estilo de vida.

En Juan 14:16 vemos nuevamente al Espíritu Santo siendo un estilo de vida en oposición a ser un evento. Jesús dice que pedirá al Padre el Espíritu Santo para que esté con ellos “para siempre”.

¿Qué pasaría si nos despertáramos todas las mañanas y nuestro objetivo número uno fuera tener comunión con el Espíritu Santo? ¿Qué sería diferente en nuestras vidas si comenzáramos nuestros días preguntándole qué quiere que hagamos con el día que nos dio? La dirección del Espíritu Santo nos llevaría a lugares que nunca soñamos que podríamos ir y nos permitiría lograr cosas que nunca pensamos que podríamos lograr. El Espíritu Santo desea estar en compañerismo, en comunión, en conversación, en revelación con nosotros todos los días. Él desea mostrarnos cosas en la Palabra, en visiones y en sueños.