La plenitud de Dios

Nuestra fe tiene que llegar al punto donde creamos que Dios tiene grandes cosas para nosotros, y estemos dispuestos a pedirlas. Para llegar a este punto tenemos que arrepentirnos de cualquier pensamiento de pequeñez. Todos hemos sido culpables de eso. Todos hemos sido culpables de tratar de predecir el patrón de Dios. Todos hemos tratado de elaborar una estrategia para que Él pueda lograr lo que estamos pidiendo. A menudo, Él no sigue en absoluto el patrón que pensamos. Y es porque nuestros pensamientos son demasiado pequeños.

Efesios 3:20 lo expresa perfectamente. “Al que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir”. Dios es suficiente. No importa la situación, no importa el vacío, no importa la carencia, Él es suficiente. Y Él es más que suficiente.

Tenemos que saber que cinco panes y dos peces son más que suficientes para alimentar a miles. Tenemos que saber que arrojar nuestras redes al otro lado del barco traerá la pesca masiva por la que hemos estado trabajando tan duro. Tenemos que pensar lo suficientemente grande como para pedirle a Dios que se manifieste grandemente en nuestra situación sin limitarlo a nuestras capacidades. Hay que salir de la mentalidad de que las cosas tienen que ser de cierta manera. Sus caminos son más altos que nuestros caminos; Sus pensamientos son más altos que nuestros pensamientos. Para caminar en abundancia, debemos posicionarnos para recibir la plenitud de Dios. Te lo prometo, será más de lo que nunca pensaste que podría ser.

Colosenses 2:8-10 nos advierte que no nos dejemos atrapar por filosofías vanas y engañosas. No podemos permitirnos olvidar que servimos al Omnipotente, Omnisciente y Omnipresente Señor del universo. ¡Debemos rechazar pensamientos de pequeñez y estar abiertos a las cosas grandes, sorprendentes y sobrenaturales que Dios quiere hacer en y a través de nosotros!

Esto es desbordamiento. No necesitamos saber cómo, cuándo, dónde o con quién va a suceder. Solo necesitamos confiar en Dios para que lo haga para nuestro bien y Su gloria. Es hora de echar nuestros planes por la borda. Cuando hagamos esto, veremos milagros.

Es hora de reconocer y abrazar la vida desbordante, empoderada por el Espíritu, que Dios quiso que vivieras. ¡Es hora de desbordar para la gloria de Dios!

Tu viaje no termina aquí. Estos son solo los primeros 21 días de tu viaje hacia el desbordamiento. Ahora, toma los principios escritos en este Plan y aplícalos a tu vida diaria.

¿Hambriento de más? Echa un vistazo a 21 días para desbordar de Jeremiah Hosford. Este libro analiza los 21 días de este Plan con mayor detalle y te brinda más instrucciones para los días 22 y posteriores.