La unción del Espíritu Santo

Comenzamos por vaciarnos de las cosas que estaban contaminando nuestras vidas y nuestro caminar con Dios. Luego, llenamos esos lugares vacíos con la Persona y la Presencia del Espíritu Santo. Ahora, estamos aprendiendo a caminar en un estilo de vida que siempre abunda y es desbordante en el Espíritu Santo. Esto comenzó con el descubrimiento, o el redescubrimiento, de que el Espíritu Santo realmente quiere tener compañerismo con nosotros de forma constante. Hoy iremos más profundo.

Muy a menudo, en el Antiguo Testamento el agua representa la presencia y obra del Espíritu Santo. A medida que aplicamos el simbolismo de esta profecía a nuestras propias vidas, podemos ver que hay diversos grados de unción del Espíritu Santo en los que podemos elegir operar. Para algunos de nosotros, operamos en una unción que solo es hasta el tobillo. Algunos de nosotros estamos hasta la cintura y otros hasta el cuello. Sin embargo, hay poderosas corrientes en el río de Dios que nos ponen en una posición en la que ya no tenemos que pararnos solos; en cambio, podemos movernos en el flujo de Dios.

En 1 Juan 2:27 vemos una referencia a la unción del Espíritu Santo.

Hay referencia a la unción en Isaías 10:27, en medio de la profecía del remanente de Israel. A partir de este pasaje podemos ver que la unción del Espíritu tiene gran poder, y como dice el verso, puede "destruir el yugo" y la carga.

Debemos confesar ante Dios nuestro deseo de salir de la profundidad del tobillo y de la cintura en la que hemos estado operando. Tenemos que pedirle a Dios un aumento en el que solo podamos nadar en él; una unción completa del Espíritu Santo.