Los Diez MandamientosEjemplo

LA SÉPTIMA LEY DE DIOS

El derecho a la propiedad personal es uno de los pilares fundamentales de cualquier sociedad sana y racional. Si a las personas no se les permite comprar y poseer cosas, como caballos, tierra, equipos agrícolas y una casa, pierden cualquier incentivo para trabajar. ¿Por qué trabajar y ahorrar para comprar cosas que cualquiera que quiera puede tomar?, ¿Qué negocio podría sobrevivir durante una semana sin garantías de propiedad?.

Dios talló en las tablas de Moisés una ley de propiedad elegantemente simple: “No hurtarás” (Éxodo 20:15). Dudo que haya muchos adultos vivos hoy que no hayan experimentado el dolor del robo o el robo personal. Junto al poder de la lujuria, satanás encuentra fácilmente explotable la debilidad humana de la codicia. No hace falta ser un genio para predecir que el robo será una característica de la vida en la tierra hasta que Cristo regrese.

Pero el pueblo de Dios no debe tener nada de eso. “Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré” (Hebreos 13:5). En esta era torcida, la honestidad es un rasgo preciado en la política, en los negocios y en la iglesia. Su honestidad personal será notada y valorada. Honramos a nuestro Dios no solo al no robar sino al apreciar todas las posesiones que generosamente nos ha dado y elegir estar contentos.

Repite conmigo: “Señor, si te tengo a ti, tengo todo lo que necesito”.