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Los Diez Mandamientos

DÍA 9 DE 9

LA NOVENA Y LA DÉCIMA LEY DE DIOS

Tanto la ley novena como la décima hablan contra el mal de la codicia, lo que ha llevado a algunos cristianos a agruparlas como la ley diez. “No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni desearás la casa de tu prójimo, ni su tierra, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo” (Deuteronomio 5:21).

¿Qué es realmente codiciar? Ciertamente no es lo mismo que querer. No tiene nada de malo querer una vida mejor, querer un aumento de sueldo, querer conducir su propio automóvil en lugar de viajar en autobús, querer un ascenso, querer comprar una casa en lugar de alquilarla, querer jubilarse. Codiciar es “querer mal”: querer algo que pertenece permanentemente a otra persona, como un cónyuge; querer algo lo suficiente como para decidir robarlo; querer algo malvado, como ser parte del tráfico de drogas; querer cosas hasta el punto de la codicia; querer más cosas tanto que te hace sentir descontento con tu vida. Todo un mundo de mal se incuba primero invisiblemente en una mente y un corazón codiciosos.

La sanidad para un corazón codicioso proviene de hacer un inventario de las bendiciones que Dios ha provisto, cultivar un corazón agradecido, arrepentirse de todo deseo malo, encontrar un nuevo comienzo para el alma en el perdón comprado por Cristo, y dar la vuelta a los deseos codiciosos y decidir buscar otros para cambiar. “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros” (Filipenses 2:3-4).

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Día 8