Cuando la vida dueleMuestra

Los motivos importan

Los motivos importan, ¿no? A veces un hombre le dice a una mujer que es hermosa porque es un buen hombre; otras veces es porque quiere llevarla a su apartamento. En ocasiones un adolescente le da a su mamá un gran abrazo porque es un hijo cariñoso; otras veces es porque quiere dinero para una pizza. La razón por la cual desconfiamos de un vendedor con una gran sonrisa es porque sabemos que los motivos importan, que las intenciones de una persona importan tanto, si no más, que sus acciones externas.

Eso es cierto también con Dios. Como Dios es amor, Su deseo es amarnos y que lo amemos. No quiere usarnos para adorarle, y no quiere que lo usemos por Sus bendiciones. Dios no es una máquina expendedora. Él es un Padre y quiere tener una relación genuina con nosotros.

Esta es una de las partes extrañamente hermosas del dolor. Pedro el amigo de Jesús escribió que su sufrimiento, dolor y aflicción eran una prueba: “Pero cuando la fe de ustedes sea puesta a prueba,...” (1 Pedro 1:7). En otras palabras, el dolor es una prueba. Si tú estás usando a Dios para una buena vida, entonces tú no lo alabarás cuando la vida no sea buena. Si Dios fuera sólo una máquina expendedora quién intercambia monedas de adoración por dulces de bendiciones, entonces no lo adorarías cuando Dios retiene las bendiciones.

El dolor es todo menos divertido. Sin embargo, tiene un gran propósito espiritual en nuestras vidas. Demuestra al diablo y al mundo que observa que amamos genuinamente a Dios.