VENCIENDO, LA ORFANDADMuestra

LA GRACIA DEL PADRE

La complacencia del Padre se manifiesta a Sus hijos a través de la gracia que recibimos por medio de Jesucristo, esa ofrenda que aceptó Dios como pago a nuestra naturaleza caída a causa del pecado. La gracia es la expresión máxima de amor, perdón y redención que recibirás como hijo de Dios.

A causa de la conciencia de pecado que traemos muchas veces nos sentimos indignos de acércanos a Dios como Padre, pero Él ya no nos ve en nuestras faltas sino a través de la ofrenda que Jesús le entregó en la cruz al derramar Su sangre.

En el momento que el espíritu de adopción te engendra podrás venir confiadamente delante de Él, como se acerca un hijo ante la presencia de su Padre para obtener gracia, y lavar tu conciencia de la culpa.

"Acerquémonos, pues, confiadamente, al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro" (Hebreos 4:16).

La gracia de Dios como Padre, nunca estará condicionada a tus errores o defectos, esta está disponible para ti solo por tu condición de hijo a través de Jesucristo, al ser engendrado por Dios, te haces heredero y jamás te sentirás como un huérfano desprovisto.

"Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra" (Salmos 2:7-8).

Pedir es algo que a un hijo se le hace muy natural, saber que tu Padre te escucha y está atento a todo lo que necesites es alentador ya no te sentirás como una persona solitaria y desamparada porque Dios será tu proveedor por medio de Su gracia.

“Dios hace habitar en familia a los desamparados, saca a los cautivos a prosperidad, más a los rebeldes los hace habitar en tierra seca” (Salmos 68:6).

A través de tu mansedumbre como hijo de Dios serás sacado por Él mismo de la cautividad y por Su gracia te hará habitar en familia, nunca más estarás desamparado y serás llevado a la prosperidad de un hijo legítimo.

“En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia”
(Efesios 1:7).

El perdón de Dios nos conecta con todas las bendiciones que Él ha preparado para nuestras vidas.