Te necesito, SeñorMuestra

Tengo miedo

Sabes, una cosa es decir que no tienes miedo a la muerte cuando te sientes perfectamente saludable, cuando realmente esperas vivir otros 40 años, cuando las cosas están funcionando para ti en la vida, cuando te sientes amado y rodeado por grandes amigos y familiares.

Es algo completamente diferente cuando eres consciente de que probablemente te estás muriendo. Es humillante ver disminuir tus capacidades físicas. Una por una, las cosas que solías ser capaz de hacer por ti mismo te son arrebatadas. No te sientes tan fuerte cuando usas un catéter y tienes que usar un orinal. El diablo te traerá recuerdos de fallas morales de hace mucho tiempo, y puedes comenzar a preguntarte si esas fueron realmente perdonadas o si todavía son notas pendientes con el Auditor Divino.

Se supone que debes alegrarte de ir al cielo, pero el salto a la oscuridad es tan extraño, tan desconocido, que te aferras al aquí y ahora, lo familiar. El pánico roe: "Dentro de mí, el corazón me duele; sobre mí han caído terrores de muerte. Me ha sobrevenido un terrible temblor, y estoy temblando de miedo" (Salmo 55:4-5). Solo hay un antídoto para ese temor: el conocimiento seguro de que tu Salvador Jesús ya ha pasado por toda la experiencia y ha eliminado toda la fealdad. Cuando tu espíritu se separe de tu cuerpo, experimentarás solo la mayor emoción de tu vida: la curación, la alegría, el alivio y la celebración de finalmente estar en casa.

No tengas miedo de poner tu mano en la suya.