¿Hasta Cuándo, Señor?Muestra
¿Hasta cuándo?
Los salmos de David desde los que escribo este plan (Salmos 9 al 14 que recomiendo que leas, al margen de los versículos que te proponga cada día) nos llevan a una de las preguntas que más se habrán repetido, sin duda, en la mente, labios y corazón de los que sufren a lo largo de todos los tiempos. La Historia nos trae su clamor. Quizá tú seas uno de ellos...
La cuestión es que el tipo de dificultad que enfrenta David a lo largo de estas porciones no es una cualquiera. Tiene que ver con OTROS. Con el mal que otros ejercen sobre nosotros. Ese tipo de daño tiene algo de especial que nos atraviesa. Aún con todo y saber que el ser humano tiene su corazón torcido, y que es malo, la experiencia del salmista, como la de Habacuc y otros es la de no poder, como mínimo, evitar sentir sorpresa y asombro por las cotas de destrucción y odio que las personas podemos alcanzar.
Hace unos años, cuando aquí en Madrid vivimos los atentados del 11-M, tuvimos la experiencia de acompañar a nuestros vecinos de rellano, de casi 80 años entonces, que habían perdido a su hijo en los atentados de Atocha. No quedaron apenas restos tras la explosión. Pero lo que quiero destacar, además de la enorme tragedia y desgarro que produjo, es la frase de aquella madre, que creo que retrata tremendamente bien el sentimiento que tenemos cuando el dolor no viene de una circunstancia, de una fuerza natural o de un incidente: “Mi hijo no ha muerto. A mi hijo lo han matado”. Y es que, efectivamente, no es lo mismo.
David tiene que hacer un ejercicio de confianza, anticipatorio, como no puede ser de otra forma si se trata de fe y no de vista, al escribir las palabras del salmo 9 porque, aunque sigue sufriendo en el momento en que escribe (“Ten misericordia de mí, mira mi aflicción que padezco...” –v.13–) también manifiesta las victorias de Dios en tiempo pasado. Quizá ya había sucedido con algunos enemigos, porque fueron muchos, pero en esa expresión como algo que ha sucedido hay una manifestación de esperanza en lo que volverá a suceder: “Volvieron atrás, cayeron y perecieron delante de ti, porque has mantenido mi derecho y mi causa, te has sentado en el trono juzgando con justicia”.
¡Spoiler! La historia termina bien para nosotros, aunque ahora, “por un poco de tiempo” suframos de manos, incluso o especialmente, de nuestros propios congéneres.
Escrituras
Acerca de este Plan
Nuestra vida no viene sin dolor, pero no todos los sufrimientos son iguales. Particularmente los que tienen que ver con la acción intencional de otros sobre nosotros, calculada y violenta en ocasiones, como lo vivió David, nos ponen en una situación mental, emocional y espiritual de tremendo desaliento. Ahí nos preguntamos –ojalá en conversación abierta y receptiva, a la vez, con Dios– “¿Hasta cuándo?”.
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Nos gustaría agradecer a Lidia Martín por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.lidiamartin.com/