Una pausa en tu vida AntologíaMuestra

Anda despacio

Por andar como locos nos estamos perdiendo los verdaderos detalles que nos brinda la vida, ¿verdad? Lo principal es invisible a los ojos, lo sabemos y casi de memoria, pero parece que se queda en teoría, nada más. Si es invisible, es imperceptible, con más razón debemos observar con cuidado para no perdernos la oportunidad de apreciar esos valores más caros de la vida. Y para observar con cuidado esas “cosas esenciales” debemos andar más despacio. Corremos, corremos y seguimos corriendo detrás de metas inventadas por nosotros mismos. Las consideramos necesarias cuando en realidad no lo son. Cierta vez Sócrates, el filósofo griego, observaba con sus alumnos el tráfico del puerto de Atenas, dijo: “¡Cuántas cosas que no necesito se hallan en nuestro mundo!” Unos siglos antes, el sabio Salomón empleaba el mismo lenguaje: “Vanidad de vanidades, todo es vanidad. Dije yo en mi corazón: Ven ahora, te probaré con alegría... Mas he aquí, todo era vanidad de vanidades... No negué a mis ojos ninguna cosa que desearon... y he aquí todo era vanidad y aflicción de espíritu”, y concluye en el capítulo 12 versículo 13: “Teme a Jehová, y guarda sus mandamientos, porque esto es el todo del hombre”. Lo sabemos, lo hemos leído, y casi no hace falta que nos lo repitan, pero el hecho es que seguimos enceguecidos corriendo detrás de estas “vanidades”. Se comprende por “vanidad” todo objeto de atención que no es lo que aparenta. Es algo hueco, aunque ocupa espacio, sabe amargo, es de dulce aroma y hace ruido, pero carece de armonía, atrae, pero no guía. Deslumbra pero no alumbra. ¿Me hago entender?

Si cultiváramos un espíritu más pausado, si nos tomáramos un momento para la reflexión de vez en cuando, seríamos más sabios, cosecharíamos lecciones de vida útiles para abrirnos paso en esta vorágine cósmica y para heredarles a nuestros hijos bienes espirituales, más que materiales. Somos espíritus en un cuerpo. No invirtamos los valores. Avancemos despacio, calculemos la distancia, conservemos el ritmo y conquistaremos la meta.

Las tortugas saben de caminos más que las liebres.